Mi secreto

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Mi secreto, parte uno.

Los rayos del cálido sol de la tarde le daban delicadamente en el rostro, su trenza se había soltado y los rayos se filtraban con cuidado por los cabellos desordenados castaño-rojizos de la chica.
Con la compañía se sentía un poco mejor, la soledad solía pesarle demasiado en el pecho hasta a veces, dejar de respirar y sentirse afixiada. Como si esa sensación tan extraña se tratará de una persona invisible golpeandole e intentando que dejara de respirar.
Estaba nerviosa, sentía que si hacia algún movimiento mal o decia una palabra fuera de lugar, Nico se alejaría, miraría raro o incluso pusiera alguna excusa y así volver al Campamento. Se fijaba en cada mínima cosa que el chico hacia. A veces, tronaba los dedos, con un movimiento leve de cabeza se quitaba el cabello negro de sus ojos, ajustaba su pantalón, tiraba de su camiseta negra con un toque suave o la miraba de reojo.
Al parecer el chico como ella, querían hablar de algo pero no sabían de qué y eso los frustraba demasiado, a ambos.
Por la mente de la diosa pasaba algo así como: "¿Qué puedo preguntarle sin hacer que se sienta mal? ¿Y si, él no me responde?". Sorpresivamente el semidios pensaba lo mismo.

Las calles se encontraban desesperadamente atareadas de gente, miles de caras preocupadas hablando por teléfono caminando rápidamente y eso le recordó a Hermes. Aunque era exasperante que la chocaran constantemente, se sentía tan bien, llena de alegría porque por fin, estaba viviendo.

Había vivido 300 tolerantes años en el Olimpo donde abundaba la comida, la música y dicen que la alegría. Ella nunca sintió ese sentimiento allí, porque no salió nunca de la pequeña habitación que Zeus había hecho para la diosa. Habitación para él, eso era una cárcel, de soledad y sentimientos pésimos que la atacaron por 300 años.
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz,repentinamente, áspera y grave del hijo de Hades.

Nico: ¿Estás bien? --hizo un sonido con su garganta a lo que ella interpretó como un carraspeo para recuperar su voz habitual--. Te veo pensativa, ¿Ocurre algo?.

Le costó un milisegundo a su cerebro darse cuenta que debía de responder. Nico la miraba esperando su respuesta y casi avergonzado, pensando que ella no quería decir lo que sentía a un chico extraño.

Noe: --le dedicó una sonrisa tranquilizadora--. Tiendo a recordar momentos, no felices.

Nico la miro, compadeciendose de ella y a la vez sintiéndose atraído de esa tristeza repentina. Tenía ganas de abrazarla y decirle que podía confiar en él pero eso era imposible...hasta raro nunca habia sentido eso por nadie. Sus sentimientos habían muerto hacia cinco años, con Bianca. Aún tenía pesadillas, no olvidaba todo lo que había pasado y temia salir lastimado involucrando de nuevo sus sentimientos.

Entonces decidió no decirle nada pero su corazón lo engañó y quiso morir después de decir lo siguiente:

Nico: Por suerte quedaron en el pasado y ahora, tienes otra vida. Puedes contar conmigo si quieres decirme, te escucharé, y haré lo posible por ayudarte.

Noe no pudo sorprenderse y mirarlo directamente a los ojos media boquiabierta, él se sonrojó de la cabeza a los pies. Ya era imposible volver el tiempo atrás y cambiar sus palabras.
Pero ocurrió algo totalmente distinto a lo que él pensó, Noe sonrió tiernamente como una niña a un cachorrito adorable.

Noe: Yo...gracias Nico. --Pensó en contarle lo que le sucedía pero tenía mucho miedo en su reacción--.

Quería escuchar qué le pasaba pero no podía obligarla a soltar sus dolencias delante de él y estaba claro que haría lo mismo si ella estuviera en su lugar.
No quedaban dudas; los dos jóvenes habían sufrido demasiado para sus cortos quince años.

Caminaron demasiado, tanto que los pies le comenzaron a doler y Noe habló pidiendo que pararan. Nico no respondió, estaba de acuerdo con la chica y en un callejón sin salida se sentaron a descansar.

Noe volvió a perderse entre sus recuerdos y pensamientos profundos mientras miraba la pared que se encontraba adelante.
Nico se le quedó mirando al punto fijo que veía y a ella. Estaba en un trance, y comenzó a hablar, despacio con cautela pero contó lo que le pesaba tanto en la memoria y el pecho.

Noe: Sip, Nico Di Angelo, tus sospechas son ciertas. Soy una diosa, hija de Hera y Zeus. Diosa menor, dotada de todas las virtudes de los dioses. Eso no me hace, en este caso especial, sino una bomba.


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Hija de Zēus (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora