Capítulo 10: ¿Chantaje?

929 111 30
                                    

"Querida princesa pelirroja, ayer te vi con tu amiga por los pasillos y no pude evitar pensar en lo preciosa que estabas"

Después de lo ocurrido el día anterior, sentía que podía resultar demasiado obvio para Hailey que yo fuera su "admirador secreto", por lo que decidí escribir aquella nota para despistarla. A pesar de que ahora ella se había enterado de mis sentimientos, me daba demasiada vergüenza confesarle que era yo quien le escribía aquellas notas tan cursis. Por suerte, había funcionado y mi pelirroja favorita no sospechaba nada.

En ese momento me encontraba caminando por los exteriores del instituto hacia la salida. Había sido un día largo y estaba deseando llegar a casa para darme un baño relajante con música de fondo. Quizás incluso encendería algunas velas aromáticas con olor a vainilla. El simple hecho de pensarlo me hacía sentir extasiada. Aunque, como era habitual, mi mala suerte hizo acto de presencia y un par de chicas se interpusieron en mi camino. Yo tardé en reaccionar al verlas, pero en cuanto me di cuenta de quienes eran puse cara de asco. y giré hacia otro lado con rapidez

—Hey, Madison. ¿A dónde vas con tanta prisa? —preguntó una de ellas burlona—. ¿No te apetece quedarte a charlar un rato?

—Si quisiera hablar con víboras me iría al zoo —contesté sin girarme, esperando que se aburrieran y me dejaran.

Al ver que no se rendían comencé a acelerar mi paso hacia la salida, pero Lauren y Kirstie me siguieron y se colocaron de nuevo delante de mí, interrumpiendo mi paso.

—¿Quién te has creído que eres, niñata? ¿No te enseñaron educación tus padres? Ah no, que no tienes.

—¡No vuelvas a mencionar a mis padres! —grité furiosa.

Ellas rieron con ese estúpido tono agudo que solían fingir. Yo apreté los puños a ambos lados de mi cuerpo, recordándome a mi misma que seguía dentro del recinto del instituto y no quería meterme en problemas. Aunque, de todos modos, ¿qué iba a hacer yo? Si tenía tan poca fuerza que era mi abuela quien abría los tarros de mermelada.

—¿Qué queréis? ¿Por qué no me dejáis en paz?

—Creo que tienes algo que nos pertenece —contestó Lauren hablando con seriedad—. Y más te vale devolverlo.

—¿Qué? ¿Insinuais que os he robado?

Si no hubiera estado tan nerviosa, quizás hasta me habría reído. La única vez en mi vida que había robado algo había sido un caramelo de una niña de mi clase en el colegio, y me había sentido culpable durante una semana. Era cierto que yo no tenía demasiado dinero para comprar ninguno de los caprichos que me gustaría tener, pero jamás le robaría algo a otra persona. Mi moral no me lo permitía.

—No te hagas la tonta, hablamos de Hailey. Desde que se junta contigo está perdiendo popularidad, e incluso corre el rumor de que estáis liadas —la chica acompañó sus palabras con un gesto de asco—. Y si Hailey no es popular, nosotras tampoco lo somos. ¿Comprendes? Va a ser mejor que te alejes de ella si no quieres meterte en problemas.

—¿Creéis que os tengo miedo? —pregunté tratando de mostrar fuerza en mis palabras—. No voy a dejar de hablarla porque dos descerebradas me lo pidan.

—Ay, mi pequeña Madison, que poco sabes sobre la vida —añadió con sorna—. ¿Acaso quieres que recurramos a la fuerza? Porque eso no le gustaría a nadie...

La manera en la que hablaban me hacía sentir intimidada. ¿Qué podrían hacer contra mí? ¿Pegarme? Si lo hicieran correrían el riesgo de romperse una uña.

—Vamos al grano —esta vez fue Kirstie quien habló y se acercó a mi de manera amenazante—. Si no dejas de hablar con Hailey le contaremos a todo el instituto tu "pequeño secreto". ¿Quieres que todos sepan que eres una bollera de mierda? ¿O prefieres que les contemos que eres tan patética que vas dejando notitas en las taquillas de la gente? Quizás el director, que resulta ser mi padre, considere oportuno expulsarte por acosarnos sexualmente.

—¡Eres una zorra! —grité llena de furia—. ¡Tú no puedes hacer eso!

—Oh, cariño, prefiere no tentar a la suerte —contestó con un guiño—. ¿Nos vamos Lauren?

Y con una sonrisa desaparecieron de mi vista tan rápido como habían llegado. Yo me quedé allí, sin moverme apenas, tratando de digerir el veneno de aquel par de víboras. Por más que tratara de convencerme a mí misma de que no serían capaces de hacerlo, sabía que si lo eran y que si no hacía lo que me pedían cumplirían con sus amenazas. Aquello hacía que me sintiera patética. Pendiendo de un hilo en la mano de dos personas cuyo único objetivo era dañarme para afianzar su superioridad.

Popularidad. ¿Qué escusa era aquella? ¿De verdad era lo único que podían ver en Hailey? Quizás ni siquiera se hubieran parado a mirar más allá. Y me dolía no sólo por mi, sino por ella, porque no era capaz de darse cuenta de como era la gente con quien se juntaba. Mi pelirroja las había calificado de "buenas chicas en el fondo", pero estaban tan vacías que ni en el fondo podría ser capaz de encontrar sus sentimientos. Ahora no me quedaba más remedio que hacer lo que me pedían para no tener más problemas, aunque me doliera en el alma tener que alejarme de la chica más genial que había conocido nunca.

-------------------------------------------

Lloremos :"(

Querida Princesa Pelirroja (Lesbian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora