Capítulo catorce

70 11 1
                                    

-¡Despierta!

Abro los ojos.

¿Cómo he llegado aquí?

Wendy sonríe.

-¡Visitas, Leila! ¡Visitas!- exclama ella demasiado entusiasmada

Me levanto y bostezo.

Sigo a Wendy, que a su vez sigue a alguien.

Llego a una sala.

Me guían a una silla donde me siento.

Apoyo los codos en la mesa y la barbilla en la palma de mi mano.

Me doy cuenta de que delante de mí hay un cristal.

¿Por qué hay un cristal?

No es un cristal, boba. El cristal se rompe, eso no. Es para que no la ataques.

¿A quién?

A ella

Ante mí se sienta una mujer.

Coge el teléfono que hay a su lado y me mira.

Me doy cuenta de que junto a mí hay otro teléfono igual así que lo cojo.

-Hija...- susurra ella

La miro como se miran los girasoles.

¿Cómo se atreve a llamarme hija después de haberme traído aquí?

-¿Estás bien? Te hecho de menos...

No contesto.

Ella suspira.

-¿Por qué?- pregunta como la última vez que nos vimos.

Es una trampa. Leila, quiere que confieses, que admitas tu crimen. Quiere encerrarte aquí para siempre. Desenmáscara. Haz que te diga la verdad. Que te ruegue por tu perdón. Que te suplique por su vida.

-¿Por qué lo has hecho? ¿Es que acaso no te he educado bien? ¿No eras feliz? ¿Por qué?

-¡Deja de fingir! ¡Deja de hacerme creer que eres mi madre!

-¿Pero que dices, Leila? ¡Yo soy tu madre!- llora

-¡No lo eres!

-¿Entonces quién soy?

Me quedo callada

¿Quién es?

-Soy tu madre Leila. Además, ¿qué motivos tendría para fingir que lo soy? ¿Por qué te haría creer que eres mi hija?

No la escuches. Ella no es tu madre, diga lo que diga. Tu madre era la jardinera. Ella es una impostora.

-Mi madre era la jardinera.

Sus cejas se hunden para abajo de una manera extraña.

-¿De dónde has sacado eso? Ella te lo dijo, ¿verdad?

Parece enfadada.

¿Por qué se enfada?

-Esa idiota no podía morir en silencio... tenía que abrir la boca...- murmura

-Ella no dijo nada

-¿Entonces cómo lo sabes?

-¡Eso no importa! ¡Dime por qué lo hiciste!- grito

-Dinero Leila.

-¿Dinero? ¿Solo dinero?

-¿Qué esperabas? ¿Una trágica historia en la cual fui obligada a hacer esto? ¿O quizás unas disculpas?- ríe- Tan solo quería dinero, nada más. Y no, no me importan tus sentimientos, tu estabilidad mental, haber jugado contigo o los posibles traumas que tengas por mi culpa. Ahora por curiosidad, ¿por qué mataste a tu madre?

-Girasoles. Ellos te contrataron, ¿verdad? Claro que fueron ellos, ¿quién sino?

-¿De qué hablas?

-¡Pero no tiene sentido! ¡Yo debería haber muerto! Después de todo, esto es así, ¿no? Me lo han quitado todo, ¿por qué no arrebatarme la vida también?

-Leila, para ya. Me estás asustando

-Y ella... ella... ¿Ella fue un títere o la titiritera? Patoso dijo que era una víctima más... ¡pero Patoso decía muchas cosas! 

-¿Quién es Patoso?

-Espera, ¿y su familia? ¡Yo vi que tenía dos hijos! ¡Y un marido! ¿Qué ha pasado con ellos?

-Leila, murieron ¿Es que no lo recuerdas?

Recuerdalo. Recuerdalo. Recuerdalo. Tienes que acordarte de ese día. No puedes olvidarlo.

-¡No sé de que me hablas!

-Si lo que quieres es hacerme sentir culpable por lo que he hecho no lo vas a conseguir.

Recuerda. Recuerda. Recuerda. Recuerda.

¡Lo he olvidado!

Recuerda. Recuerda. Recuerda. Recuerda.

No se calla.

No deja de repetirlo.

-¡No puedo recordarlo!- lloro

Los girasoles vuelven

Están gritando silencio.

¿Acaso eso es posible?

Pero ellos hacen de lo imposible algo posible.

-¡Recuerda!- grita alguien

Pero no puedo.

Se escuchan llantos. Gritos. Sangre. Dolor.

Uno, dos, tres cuerpos sin vida caen al suelo.

¿Quiénes son?

-¡Recuerda!

Lloro.

No sé nada

-¿Cómo has podido olvidar aquel día? ¿Cómo has podido olvidar tu historia? ¡¿Cómo has podido olvidar quién eres?!

-¡¿Y qué si lo he olvidado?! ¡¿Qué pasa si no quiero saber nada?!

-Que mueres.







GirasolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora