Capítulo dieciseis

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Escucho voces.

Se ríen de mí.

Recordar duele.

Pero que los recuerdo cobren vida duele más.

-¡Dejadme en paz! ¡Iros todos! ¡Abadonadme de nuevo!

Ríen más fuerte

Me llevo las manos a la cabeza

De repente se callan.

Abro los ojos.

Estoy en el jardín.

-No, no, no...

-Tienes que afrontar la realidad. No puedes huir del pasado. Paga el precio de la vida- murmura en mi oído.

Pero detrás de mí no hay nadie.

-Papá pregunta si quieres limonada- dice Dani, mi hermano

Lo miro.

Él sonríe.

Entonces me doy cuenta de que lo hecho de menos.

A él y a todos.

-No...

-No está tan mala...- murmura y se aleja.

Miro a mi alrededor

Mamá riega los girasoles.

Papá sirve limonada.

Sophie recoge margaritas.

Dani camina torpemente hacia papá.

Yo me encuentro sentada en la sombra que tanto me gustaba.

Alguien sugiere jugar al escondite.

Todos dejan lo que estaban haciendo para jugar.

-¡No!- lloro

-Cariño, pillar no es tan malo...- dice mamá

-¡Vamos Leila! Solo debes contar hasta veinte...- me anima Sophie

Cuando me quiero dar cuenta estoy contando.

-...y veinte...

Me giro.

Ya no controlo mi cuerpo.

Parece haber cobrado vida propia, moviéndose y recreando los pasos de aquella vez.

Voy hacia la multitud de girasoles.

Quiero detenerme pero no puedo.

Empiezo a buscar entre esas altas plantas.

Se escuchan llantos.

-No, otra vez no... No quiero recordar-lloro

Me abro paso entre los girasoles.

Llego al lugar.

Logro cerrar los ojos evitando ver la escena

-Abre los ojos. Afronta el pasado

Mis párpados se abren automáticamente obedeciendo a la voz.

Nadie nota que tras un girasol estoy yo, observando la escena.

Hay un hombre que grita amenazas.

Quiere dinero y va armado.

Papá defiende a su familia.

Los dos forcejean.

El cuchillo desgarra la garganta de papá fácilmente.

Dani es el primero en gritar y el segundo en morir.

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