Todos tenemos de esos días que llamaríamos "días de mierda", porque parece que todo te sale y te va a salir mal. Se te acumulan todas las cosas y parecen bombardearte una y otra vez. Pero ayer me di cuenta que esos días no son del todo malos, es decir, sí, te pasan cosas horribles que no provocan más que frustración pero tienes que ver más allá de lo que te pasa solo a ti en esos momentos.
Sí, uno está enojado y no quiere saber nada de nada, molesta que te pregunten una y otra vez "¿Estás bien?" pero también nos molesta que no lo hagan porque parecería que no les importara.
El punto aquí es que como estamos tan ensimismados en nosotros mismos no nos damos cuenta ni apreciamos los detalles que nuestros amigos tienen con nosotros, detalles como preguntar si estamos bien, como intentar hacernos reír o cambiar de tema para que dejemos nuestro problema a un lado, como invitarte un jugo, como cargar tu mochila o sostener tus cosas, como apoyarte en tus planes de venganza contra todo aquel que te causó malestar.
Esos son los detalles que hacen que un día de mierda deje de serlo.
Esos son los detalles a los que debemos prestar atención y agradecer por recibirlos. Porque a pesar de cualquier cosa hay personas que, aunque estén lejos o tengan sus propios problemas, están ahí para alivianar un poco el peso sobre nuestros hombros.
Creo que ninguna persona que hace todas esas cosas por mí podrían llegar a leer esto pero tengo que escribirlo: GRACIAS.
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Día a día
RastgeleReflexiones que me hago a mí misma en mi cabeza pero que tengo la necesidad de escribirlas.