Nudo Indeseado

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Es un nuevo día y aunque a la vista, los golpes ya casi se desvanecieron, cualquier movimiento me hace sentir algunas costillas reducidas a polvo. El día estaba nublado y me resultaba raro, ya que estar en Kingsley University es como el Edén cada día.

— ¿Siempre despiertas tan temprano? —manifestó Thomas. Son las 6:00am. Su voz suena ronca puesto que acaba de despertar. Asentí. —Pues deberías descansar, tengo clase a las 11:30am y supongo que tú igual.

— ¿Por qué sabes mi horario? —pregunté.

— ¿No lo recuerdas? Es el maldito juego de esta universidad, solo hacen falta uniformes y estoy de nuevo en la maldita escuela. —mientras se giraba para dormir de nuevo.

Traté de sonreír pero el golpe me lo impide. Maldito director. Maldito Dante.
Aunque me encantaría dormir hasta que mis heridas sanaran, no logro conciliar el sueño de nuevo. Me levanté de la cama con dificultad y decidí ponerme un poco de esa sustancia que Morgan me había puesto la noche anterior. Sé que debería despertarlo y pedir su autorización, pero suele dormir tan profundo que necesitaría la presentación de una banda marcial, para lograr que dejase de dormir.

Luego de poner la milagrosa sustancia en mis heridas, tomé una ducha y me puse un pantalón azul con una camisa Hugo Boss, un blazer Armani y unos zapatos de la última colección de Louis Vuitton; después de todo, tenía que vestir a la altura de la universidad y no me desagradaba para nada la idea. Me tomó bastante tiempo lograr mi peinado común, pero el tiempo pasaba tan lento que parecía que todos los relojes se hubiesen detenido al unísono. Como si el tiempo se hubiese detenido. 7:30am. Estaba tan aburrido que decidí dejarle una nota a mis compañeros:

«Morgan y Thomas, salí a dar un paseo por la universidad, los veo a las 3:30pm porque supongo que terminamos clases a la misma hora. Envíenme un texto en cuanto vean la nota»

Tomé las llaves de mi Porsche Cayman y fui al estacionamiento. Me encanta mi auto aunque cueste 190.000 dólares menos que el 488 Spider de Dante. Entré al auto y fui hacia el sur de la universidad, necesitaba encontrar alguna actividad para acabar con el aburrimiento. Quedé hipnotizado por uno de los tantos edificios de juegos. Dejé mi auto en el estacionamiento subterráneo del edificio.

Tan pronto entré, mis ojos quedaron hipnotizados por todas las luces que rebotaban en el establecimiento. Encontré el lugar ideal para distraerme un poco. Me dirigí a una de las múltiples plataformas de Dance Dance Revolution. Siempre me ha gustado el famoso juego. El avance de la tecnología permitió que se pueda acceder a los juegos usando el carné de la universidad.

—Bienvenido, Peter Knight. Elige la canción y la dificultad en la que quieras jugar. —dijo la máquina. Reconoció mi carné.

Iba a comenzar una partida en nivel avanzado y alguien agarró mi mano y puso su carné en el escáner láser, para entrar en el juego.

—Amy Harford quiere unirse a la partida. ¿Aceptas? —enunció la máquina.

— ¿Aceptas...—preguntó mientras veía mi nombre en la pantalla. Sonrió —...Peter Knight?

—Claro que sí. —respondí con una risa burlona. He jugado esto desde hace años. Giré el cuello para verla. Era una chica hermosa. Cabello rubio, ojos cafés, pestañas largas, labios finos con un tono rojizo y una sonrisa despampanante. Tenía un vestido verde oliva con un cinturón café, parecía muy costoso. —Elige la canción.

—Si insistes. —dijo esbozando una sonrisa. —Algo justo para ambos ¿No crees? —remató.

—Claro que sí, juguemos Amy Harford.

Fuego ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora