4- De sus propias cenizas

369 22 5
                                    


El ave Fenix es un animal increíble, capaz de morir y renacer de sus propias cenizas, y después de eso con todo su esplendor agita orgullosamente su enorme plumaje envuelto por unos fuertes matices anaranjados para que todo el mundo lo pueda ver. Existen algunos rumores que cuentan como cada uno de nosotros lleva en sí una pizca del alma de aquellas aves.

 Esos rumores hablan de como una persona puede convertirse en un Fenix cuando es dada por muerta, cuando el fin de su vida se convierte en una ciega falacia. Como cuando uno reconstruye a mitad una  vasija rota, dando por hecho conocer el lugar de todas las piezas perdidas, obviando demasiados detalles importantes. Resulta una comparación un tanto inverosímil, pero es ahí, y solo de esa manera, cuando una persona se convierte en un Fenix: 



En algún lugar de Seattle.

Todavía no sabía lo que pasaba, todo había ocurrido muy rápido y aún seguía en el suelo sin moverme. Sentí un enorme dolor en el pecho y en mi brazo derecho, era como si me hubieran golpeado varias veces con una dura vara de hierro. 

Escuché voces cerca de mi y también se oían tiros a lo lejos, no sabía qué pasaba así que con cuidado abrí un poco los ojos para poder ver. Habían dos soldados bien armados de  espaldas a mi, conversando de mala gana. 

Siempre tenemos que cuidar de los cadáveres. Dijo uno de ellos. Se piensan que porque seamos nuevos no valemos para hacer otra cosa que cargar muertos.

¿Qué esperas, que te dejen participar en un tiroteo el primer día Josh?. Dijo el otro soldado con voz de mujer.

Leena disparo mejor que la mayoría de los que han ido detrás de ese tío. Respondió.

Aquellos dos siguieron discutiendo sin percatarse de mi existencia, jugaba con ventaja pues creían que estaba muerta. Me examiné de arriba a abajo para ver si tenía algún arma al alcance pero por desgracia las armas que llevaba encima habían desaparecido, lo único que vi es que estaba envuelta en un charco de mi propia sangre. Giré la cabeza a mi izquierda y entonces vi a dos metros mi bolsa de provisiones donde guardaba otras armas, así que con mucho sigilo me arrastré hasta ella.

¿Crees que soy idiota? Dijo Josh. Por un momento palidecí, pero vi que no me lo decía a mi sino que seguía discutiendo con su compañera. Unos segundos después conseguí alcanzar mi mochila, dentro había una pistola con silenciador, la saque muy despacio mientras los otros dos seguían ahí sin enterarse de nada <<Con razón no os dejan hacer cosas más importantes>> Pensé mientras miraba los agujeros de mi abrigo. 

Por suerte no  me habían registrado a fondo y no se habían dado cuenta que llevaba puesto un chaleco antibalas. A decir verdad creo que ni siquiera se lo había contado a Ben y a Ludi, lo encontré escondido cuando registramos la armería de la ciudad y al haber solo uno no dije nada, todo el mundo tiene secretos.

 En cualquier caso tuve la suerte de que aquellos dos fueran novatos, y también, aunque parezca irónico, tuve suerte de que me dieran en el brazo porque de esta manera la sangre que salió de mi brazo hizo que no levantase sospechas cuando yacía tendida en la nieve.

Lo siguiente que hice en situaciones normales habría parecido un acto inhumano y cruel, pero esto no era una situación normal sino una situación de supervivencia. Apunte a la cabeza de uno y disparé, la bala le atravesó el cráneo y cayó muerto en el suelo nevado, la chica se dio cuenta pero cuando quiso reaccionar ya le había asestado dos tiros en ambos brazos consiguiendo abatirla pero no matarla. 

Nunca rompas el silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora