5- Siguiendo un rastro

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Pasaron horas hasta que por fin me vi con fuerzas para reaccionar, había estado sentada mirando la ciudad, pensando en todas las cosas que le había dicho a Ben antes de que muriese y me sentía culpable por ello. Después de aquel incidente me costaría reconstruirme, y si Ludi y Jo resultaban muertos al final de todo aquello no sé si podría seguir sola hasta San Francisco sin  antes pegarme un tiro en la cabeza. 

Al final me levanté del suelo, estaba helada, pero el dolor que sentía por dentro era tan grande que prácticamente me hacía inmune al frío externo. Miré a mi alrededor y vi las mochilas de Ludi y Ben, recogí todo lo que pudiera serme útil, recuperé mis armas que habían sido requisadas por los dos soldados y de paso me llevé las suyas, dos fusiles automáticos ak 47 y un un fusil de precisión. 

Llené un par de mochilas como pude y me vendé la herida del brazo con unas telas que hicieron de torniquete improvisado, luego mire por otras zonas para ver si habían más cosas por allí. Entonces vi a Ben donde había permanecido más de cuatro horas quieto, me acerqué hasta él, cogí sus gafas y me las guardé en un bolsillo de la chaqueta. Después de eso lo agarré y lo cargué hasta un buen sitio donde le pude cavar una tumba y hacerle un entierro decente. 

Hasta siempre amigo míoDije con voz temblorosa.

Después de un largo y luctuoso silencio me despedí de él y partí hacia la montaña en busca de mi otro amigo que con suerte seguiría aún con vida. 

Seguí las huellas que habían dejado los soldados y Ludi en la nieve durante minutos, permanecí en todo momento alerta para evitar perder el rastro y para estar preparada en el caso de que los soldados se cruzasen conmigo entre aquél espeso bosque de acacias. 

El rastro de huellas parecía interminable cuando llegué cerca de las montañas y vi mucha sangre, me acerque para ver si había algún detalle que pudiera no haber visto por la distancia y entonces vi unas huellas que seguían un camino hacia la derecha. 

Me alerté al ver que las huellas de Jo habían desparecido sin embargo seguí el rastro durante unos minutos hasta que de repente algo se tiró sobre mi sin previo aviso.  Caímos los dos al suelo y estuvimos forcejeando durante unos instantes.

Aarghh. Gritó aquella bestia mientras intentaba morderme. Era uno de los soldados, tenía la cara pálida y no dejaba de moverse de un lado para otro, intentó morderme, arañarme y yo mientras tanto empleaba todas mis fuerzas para quitármelo de encima pero el pánico me hizo temblar y mis fuerzas flaquearon. 

Entonces intenté tranquilizarme y de pronto recordé mi cuchillo que estaba guardado en la mochila donde no llegaba hasta ella pues se había desprendido unos metros de mi. <<Mierda>> Pensé. Antes de que pudiera quitarme al podrido de encima apareció otro de los soldados convertido y mi cara palideció por completo. 

<<Tengo que pensar algo rápido o no salgo viva de esta>> . Al fin vi una piedra considerablemente grande a un metro de distancia de donde yo estaba y estiré el brazo para poder alcanzarla.

Vamos, vamos. Dije mientras rozaba la piedra con la yema de los dedos. El otro zombie estaba a punto de alcanzarnos y comencé a sudar de la tensión. Estaba tirada en la nieve con un zombie encima de mi y otro viniendo a lo lejos, no podía perder más tiempo. Al final me armé de valor y estiré el brazo un poco más consiguiendo alcanzar la piedra que fue directa a parar a la cabeza del zombie que tenía encima. 

El golpe consiguió librarme justo a tiempo del podrido, justo cuando el otro estaba a punto de echarse también encima de mi. Por suerte eso no ocurrió pero mi suerte no duró mucho más. Justo cuando me estaba recomponiendo aparecieron de la nada otros dos zombis, otros dos soldados muertos y se unieron al grupo para después atacarme.

El que se había abalanzado antes sobre mi fue el primero en atacarme, pero antes de que lo hiciera saqué mi pistola de la muslera a la cual no había podido llegar cuando lo tenía encima y le disparé en la cabeza, después de eso me atacó un segundo pero conseguí esquivarlo y alcanzar mi mochila que se había soltado durante el forcejeo y yacía a varios metros de mi medio sepultada por la nieve.

La agarré lo más rápido que pude antes de que me alcanzara uno de los podridos y saqué de ella mi cuchillo. Entonces vinieron los tres en fila india y no me fue difícil acabar con ellos, uno a uno comenzaron a venir y uno a uno iban siendo finiquitados con una puñalada mortal en el cerebro.

Cuando terminé con todos los zombis estaba sudando y noté que me temblaba el cuerpo entero, había estado a punto de morir por no estar atenta a mis espaldas, pero no me entretuve demasiado pensando en aquello pues el día comenzaba a oscurecer y la noche estaba a la vuelta de la esquina. Lo que sí sabía al menos es que Ludi posiblemente seguiría vivo.

Seguí caminando durante media hora más siguiendo aquél rastro mientras que el bosque de acacias iba dando lugar a una amplia pradera helada, la verdad es que me sentí bastante aliviada al dejar atrás los altos árboles pues solo me dificultaban la visión de cualquier peligro que se estuviera acercando. 

De nuevo iban pasando los minutos y la luz del día se iba haciendo cada vez más débil hasta el punto que tuve que parar un momento y pensar dónde podría pasar la noche sin correr ningún peligro. Pero antes de que decidiera terminar la expedición por ese día vi unas luces parpadear a lo lejos. 

Tiene que ser Ludi. Dije entusiasmada. Comencé a correr hacia la luz lo más rápido posible hasta que de pronto me frené en seco y la duda me inundó. 

¿Y si no lo es? ¿Y si son más soldados armados? Me pregunté a mi misma. No puedo correr más riesgos innecesarios, debo estar totalmente segura. Entonces me acordé del fusil de precisión que le había cogido a uno de los dos soldados que nos custodiaban a Ben y a mi y lo saqué de la mochila.

Armé el francotirador, me tumbé en la nieve intentando camuflarme y eché un vistazo por la mira de precisión. Entonces vi una casa de campo con las luces encendidas, habían dos personas custodiando fuera y estaban bien armadas y dentro también se veía a gente. De pronto noté que algo me tocaba la cabeza. 

He de admitir que eres escurridiza, por unos minutos había perdido tu rastro en el bosque. Dijo una voz que venía de detrás de mi. Estuve a punto de intentar hacer algo pero aquél desconocido volvió a hablar. 

Si se te ocurre mover un solo músculo te vuelo la cabeza. Dijo en tono amenazador.

Me quede petrificada.
















Nunca rompas el silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora