Son las 9:37 de un Jueves cualquiera,
y tirado en la cama, aún me sabe la boca a ti,
y aún huele la cama a nosotros.
Aún recuerdo las sonrisas que me disparabas a quemarropa,
convirtiendo todas las balas en sal.
Que no llegaron a matarme, pero escocieron por igual.
Aún recuerdo la canción que sonó en aquella vieja radio estropeada,
y cómo aún siendo la canción más fea del mundo,
la hicimos nuestra a base de besos y caricias por la espalda.
Aún recuerdo el camino que marcaron tus lunares,
ese camino al paraíso que recorrí en tantas ocasiones.
Y aún, a veces,
me pierdo en la cama a esperar que me encuentres,
dormido entre las sábanas,
y me digas lo mucho que aún me necesitas,
lo mucho que aún me quieres.
Son las 9:37 de un Jueves cualquiera,
y a 34 grados de temperatura,
no se me quita el frío que dejaron tus labios al marcharse.
Echarte de menos se ha convertido en mi rutina,
casi por accidente.
El café ya no me sabe igual,
desde que no te levantas 5 minutos antes que yo para prepararlo.
Y la cama ha dejado de ser cómoda,
desde el día que decidiste abandonarme.
Son las 9:37 de un Jueves cualquiera,
y cómo cualquier día,
no se me quita está puta manía de acordarme de ti.
ESTÁS LEYENDO
Guía Para Suicidas
RandomUn rincón donde compartimos literatura personal. - Perdimos el botón que paraba el tiempo -