Y bajo aquella sinuosa sonrisa, se escondía el dolor de vivir lo que le habían obligado a matar.
La sangre recorría su atrayente silueta en las sombras, la habitación olía a moho, y el hedor de la sangre le hacía tambalearse, el placer recorría sus vertebras poco a poco, generando un escalofrío que le hacía estremecerse alrededor del cadáver.
Su propia sombra se escondía de ella atemorizada, por haber visto un lado tan oscuro que ofuscaba a la propia oscuridad. El llanto de un niño se escuchaba en la otra habitación, mientras ella reía. La locura se apoderó de aquel lugar la noche de Halloween, como en su mente durante todo este tiempo.
Miró en su mano las tijeras ensangrentadas; "brillan más bajo la luz de la luna" - pensó -.
En su cabeza sonaba su melodía favorita, junto con el llanto del niño que a su tierna edad se daba cuenta de que algo malo había ocurrido.
Las delgadas líneas de la luz, la oscuridad, lo ético o lo moral, desaparecieron hace mucho tiempo, pero nadie quiso hacer caso al aviso de su mente, de que algo iba a estallar, y así la luna reflejaba el rojo aquella noche que nadie nunca podría olvidar, pues el rey loco, acababa de llegar a la ciudad.
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Guía Para Suicidas
De TodoUn rincón donde compartimos literatura personal. - Perdimos el botón que paraba el tiempo -