No comprendo realmente lo que nos hace humanos, o finjo no comprender. La naturaleza juega con nuestro papel en la obra, como si de una macabra combinación de sensaciones que nos hostiga en una constante repetición del mismo acto se tratase. Una condición que anula a las demás pero crea una sensación de posibilidad. Al final de la obra comprendes que no avanzas, no improvisas, pero sobre todo, no te importa. Queremos atarnos a nuestros miedos. Nuestras aficiones. Nuestros deseos. Deja de importarnos nuestro alrededor, y nos olvidamos de empatizar. A veces dejamos de comprender que no nos comprenden. Por que las palabras son un fetiche de nuestra mente, así que si, yo digo esto ahora y el por qué no importa, por que tu idea aproximada será falsa en la medida de lo posible, junto con mi propia idea de por qué escribo, y qué significa que escriba ahora mismo. Aún así, no podemos evitar entrar en el teatro y observar una actuación de forma apasionada, sin preguntarnos realmente, qué es lo que nos intriga de unas consecuencias sin posibilidad de cambio alguno, que progresan en un cúmulo de reacciones que hablan metafóricamente de nosotros mismos.
No hay una respuesta. Realmente no queremos que exista esa respuesta.
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Guía Para Suicidas
AcakUn rincón donde compartimos literatura personal. - Perdimos el botón que paraba el tiempo -