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Me doy un último vistazo al espejo, la falda está planchada, la blusa limpia, los converse completamente blancos, el cabello liso, maquillaje nada excesivo, todo en orden.
Me sorprendo al ver mis labios: blancos y secos. Tomo el labial color rosa pastel y me lo coloco, no tan marcado ni tan leve, perfecto.-No te asustes tanto. -me dice Erik desde su cama- Sólo es una cita.
Desde que Anna le quitó el celular, nos habla más, no tanto pero por algo se empieza.
-Sí, una cita. Mi primer cita.
Rebusco en el estuche de maquillaje una crema para manos.
-¿Tu primer cita? -me pregunta, incrédulo.
Le respondo con un "Aja" y escucho un "Vaya" por su parte. Termino de colocarme la crema y me veo al espejo. Ya está.
Me voy hasta donde está Erik y me paro aún lado de la puerta, él deja de ver la TV por un momento y me mira.- ¿Cómo me veo? -doy una vuelta, lenta.
-Hermosa -inmediatamente siento mi cara arder- ¿No crees que dejas ver mucho?
Le sonrío negando, él frunce el ceño.
-Deberías bajarte más la falda, está muy corta -remarca el "Muy"
-Entonces se me verá el culo.
-Mejor no.. -sonrío- ¿A que hora vendrá por ti?
Mario se fue al cuarto de mis padres, los adultos se fueron a un "Billar" y Erik no quiso ir, así que aquí está. La verdad, no me molesta su compañía.
-A las 2:00pm. -le digo, sentándome en la cama.
-Es la 1:57. No tardará tanto..
Hablar del tema de la cita, hace que me ponga más nerviosa, nunca habia había estado nerviosa y ansiosa.
-¿A dónde irás tú?
Erik levanta los hombros, sin darle mucha importancia.
-Ya veré con que me distraiga.
Al momento, tocan la puerta, y el sudor comienza a invadir mis manos.
-Todo va a salir bien -me anima el pelinegro.
Me levanto a abrir la puerta, ahí está él. Con unos jeans vaqueros, una camisa blanca y una chaqueta negra, con unos tenis blancos.
-Hola -me dice, sonriendo.
-Hola..
-Te ves muy linda, pero, ¿No crees que dejas ver mucho?
Me rio, el me mira confuso y le hago un gesto con la mano, restándole importancia.
* * *
-¿A dónde vamos?
-Te llevaré a que veas algo que es sorpresa y después cenaremos. -sonríe viendo hacia el frente.
-¿Enserio? ¿No podrías ser menos romántico?
Mario niega.
-Me gusta ser clásico, si algo me enseño mi madre, fue a respetar y ser lindo con las mujeres.
No le respondo nada, y asiento. Y no es por que me burle de él, si no por que ya no sé que decir.
Al rato, llegamos a una casita de madera, era cómo una cabaña, muy grande para ser casita.
¿De dónde la sacó?
Sin darme cuenta, Mario ya está abriéndome la puerta del coche, le sonrío y me bajo tomando su mano.-¿A quien le robaste?
-A nadie, ésta.. Casa, si se le puede decir así, es de mi abuela
Llegamos a la puerta, Mario saca unas llaves y abre la puerta, se hace a un lado y me deja el paso, le sonrío y paso a la casa. Está totalmente limpia, las luces son tenues y las paredes de un color crema.
Es muy bonito.-Mi abuela se enteró que iba a venir -me dice Mario- Entonces me dio las llaves de su casa, aunque ahora está en Colombia. Ella es de México. Se mudó a Colombia, y no sé por que. -ríe.
-Me queda claro, ¿Era de clase? La casa está muy bonita.
Mario se muerde el labio, y se mete las manos a sus bolsillos.
-La verdad, no tengo idea. Muy pocas veces la veo.
Me sonríe y le devuelvo la sonrisa.
-¿Quieres algo de tomar? -me ofrece, yo asiento y el se va a la cocina.
Tomo asiento en el sillón rojo vino y me pongo a ver las fotos de la pared, están en blanco y negro, hay una niña con chinos, el ceño fruncido y un traje de baño, me doy cuenta que la foto es tomada en la playa.
Miro la otra foto y está la misma niña pero sólo es su cara, tiene el cabello castaño obscuro, es bronceada y tiene los ojos claros, no se ve muy bien, ya que está en color sepia.
Por eso Mario tiene ojos claros.-María. -me dice de la nada, dándome el vaso con agua.
-¿De que hablas? -tomo el vaso y le doy un sorbo.
-Su nombre es María. Un nombre muy común en México.
-Es muy bonito ese nombre -le sonrío, pero el niega.
-A ella nunca le gustó ese nombre, se lo cambió a Citlalli. -pausa y me sonríe - Ven, te quiero enseñar algo.
Me toma de la mano y me lleva escaleras arriba, pasamos unas tres habitaciones y nos detenemos en una, a diferencia de las otras, la puerta es negra mate, tiene una nota musical (una corchea) en periódico, pegada.
Abre la puerta con cuidado, y me sorprendo al ver lo que hay dentro de ese cuarto.
Un piano de color negro, algo viejo pero muy bonito.
Una guitarra acústica color blanca, no mucho ya que tiene una que otra mancha gris.
Al fondo, hay un piano muy chiquito, de madera con pegatinas de súper héroes.
Un sillón negro en el medio y un micrófono.-Mi abuelo, cuándo vivía -comienza Mario, yo le presto atención - Le gustaba mucho la música, ese piano -señala el negro- era de él, y él chiquito de allá era mío. Cada fin de semana venía a visitarlo, él me enseñaba muchas canciones, y a veces, mi abuela cantaba. La guitarra acústica era de todos, aunque le gustaba más a mi abuela, entonces ella se adueño de la guitarra, mi abuelo tocaba el piano. En mi cumpleaños, cuándo cumplí 3 me lo regalaron. Tocaba pésimo, pero siempre me aplaudían.
Le sonrío, me gusta que me cuente de él.
-Amo a mis abuelos, y les agradezco todo lo que hicieron por mi. Te quiero enseñar algo.
Pasamos a la sala, él se sentó en el piano negro, yo me quedé parada aún lado de el y comenzó a tocar una melodía muy hermosa.
Nuvole Bianche.
-Nubes blancas.. -susurro, escuchando con atención las notas.
Su cara inclinada, concentrado, disfrutando cada nota de la canción.
Es muy guapo.
Al terminar la canción, se dio cuenta que aún lo miraba, su mirada se conecto con la mía.
El se acerca más a mi, hasta juntar nuestras respiraciones.Entonces, posa sus labios sobre los míos.
No sé cómo reaccionar, pero creo que me gusta cómo se siente.