Capítulo Especial #4: El Bestia Negra

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Buenas... como habrán leído en la parte de arriba soy el bestia negra y puta... el Nico me pidió ayuda en esta weá y yo gustoso accedí porque soy buena onda y celebro que estoy vivo po weón.

Aaahm como me dice el Nico, puedo hablar un poco de mí y de cómo empezó todo esto y después contarles mi punto de vista de la weá, las voy a hacer las dos... a ver...

Puta, yo en ese tiempo, antes de que quedara la cagá, vivía solo ya, trabajaba por ahí y era un weón re piola. A lo mejor no con un prontuario muy limpio, y no estaba legalizada del todo la weá, pero puta yo no molestaba a nadie y nadie me molestaba a mí.

El día en qué la noticia llegó a Chile y la gente abandonaba desesperada Santiago, yo me fui pal norte. Sabía que la weá venía de norte a sur, pero mi vieja estaba en Antofa en esas fechas, visitando una tía y no tenía forma de contactarla, porque se había caído la línea del teléfono, el internet y todas las weás.

Una camioneta vieja de carga llevaba un montón de gente que con lo puesto y un montón de mantas pal frío, iban sentadas atrás, apretadas. Iban a Antofa igual que yo, a buscar familia, o lo que sea.

La sufrí mucho, por el frío, lo incómodo que iba, y los cientos hybrids que veíamos en el camino, era una weá muy cuática, darte cuenta que en realidad estaba pasando esa weá y de verdad habían zombies como en las películas. Viajamos varias horas, hasta que paramos en el centro de la ciudad, para movernos en grupos a buscar nuestras familias.

Fue en vano, porque no había nadie vivo, no encontré a mi mamá, ni a mis tíos, ni a nadie, la casa estaba vacía y desordenada como si la hubieran asaltado, las otras casas estaban iguales, y en las calles sólo habían hybrids, que por suerte eran de estos agresivos, sí, pero de paso lento, no como los que enfrentamos meses después.

Nos refugiamos en el estadio regional calvo y bascuñán, la weá era inmensa y nos reunimos todos los sobrevivientes. Me sentía súper ansioso y súper antisocial porque no conocía a nadie, pero de todas formas, me acuerdo súper poco de las semanas que pasé viviendo allí, lo que más recuerdo, así bien clarito, fue cuando conocí al Peshoh.

Yo todo ese tiempo que estuve ahí, estaba como angustiao, pero me lo guardaba yo, bien macho pa mis weás, me fui a pasear entre los asientos del estadio, imaginando como debieron haber sido los partidos allí, con la gente gritando y con la seguridad de que todo estaba bien po... que si perdía tu equipo igual volvíai a tu casa y encontrabai a tu familia esperándote y todo seguía bien... Ahora la wea era muy distinta.

Andaba filosofando esas weás, cuando el Alex se sentó al lado mío. Claro que yo no tenía chucha idea de quién era. Lo miré serio, haciéndome el choro, pero él me sonrió y sacó unos pitos súper mal hechos y una bolsita con hierba y un papel.

- ¿Querí?- me preguntó sonriente. Yo tiré como un soplido divertido.

- Hueón, sabí si quiera enrolar la hueá?- le pregunté molestoso

- Es que antes un amigo lo hacía por mí- me confesó con vergüenza. Yo me reí y le quité las hueás.

- Trae pacá'- le dije y le enseñé bien cómo hacerlo, paso por paso.

Los había conseguido con un chico de afuera del estadio, que se los dio si lo dejaba entrar. Los weones que se habían autodenominado líderes del estadio, no dejaban entrar desconocidos, porque ya había entrado un infectado y ahora estaban más paranoicos. El Peshoh nos había vendido a todos por unos cogollos, pero tampoco me molestó, porque estaba sufriendo mucho la abstinencia, más con tanto nervio por la situación, hacía falta un relajo. Aunque igual la sufríamos, pasábamos cagaos de hambre.

Hasta que la muerte nos reuna (GOTH HD - Zombie AU!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora