Capítulo 7: En busca de Boris

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- Es por aquí - dije liderando la larga andanza.

Tras haber caminado durante un buen rato llegamos a un vallado hecho con troncos de madera afilados, tras verme los guardias me hicieron una reverencia por las ropas del rango militar que llevaba puestas. Al principió temía por mi vida pero era recordar a papá, mamá y a mi hermano y la ira se apoderaba de mi cuerpo otorgándome el valor necesario para afrontar, si era necesario, la muerte.

Aquel lugar estaba repleto de tiendas y soldados, uno pasó cerca mía y me decidí a hablar con él.

- Necesito hablar con Boris, es urgente - le dije con seriedad.

- ¡Señor! - se puso firme - Boris está ocupado en estos momentos.

- Le repito soldado que es de vital importancia... - pensé que seguiría diciéndome lo mismo, con lo cual, decidí ser algo... persuasivo - ¿no querrás ver tu cabeza en una de esas estacas de la barricada verdad?

El hombre tembló y tragó fuerte, se ve que por aquí la mano dura es la que mueve las riendas.

- Esta... dentro de aquella tienda...

- Gracias - sonreí.

El posadero y yo nos dirigimos hacia la tienda sugerida por aquel soldado pero antes de entrar debíamos pensar un plan.

- ¿Qué haremos mi señor?

- Aún estás a tiempo de volver a casa si deseas - dije serio.

- Jamás, no pienso dejarle solo.

Por un momento recordé a Waldo, creo que por el gesto tan amable del posadero al ayudarme tanto sin abandonarme.

- Bueno... a ver - proseguí - podemos contarle que hubo una revuelta allá en tu pueblo y por eso faltan tantos hombres y, en el momento en el que estén distraídos tanto él como sus hombres acabamos con ellos y huimos.

- Entendido - contestó.

Nos dispusimos a entrar en aquel cobijo donde estaban 2 soldados custodiando la entrada.

- ¡No se permite la entrada a nadie en estos momentos señor!

- Es un tema urgente, déjame entrar - contesté con voz de enfado.

- ¿No has oído? No está permitida la entrada a nadie - dijo el otro.

- Os lo diré una última vez, o me dejáis hablar con él o vuestras cabezas rodarán.

Sorprendentemente estos ni se inmutaron ante tales amenazas y, sonrientes, por fin nos dejaron entrar. Una vez dentro vimos otros dos guardias, estos supuestamente de mayor rango ya que vestían muy distinto a los demás y además eran la guardia de Boris. Había un hombre corpulento sentado en una silla, debía ser él, vestía con una armadura totalmente negra y tenía un mandoble sobre la mesa. 

- ¿Quién osa molestar a Boris? - dijo sin levantar la mirada de su mesa con tal tono de voz que haría temblar a cualquier enemigo.

Se me paró el corazón por unos instantes conocí lo que es el verdadero miedo, mi compañero estaba como yo, temblando del miedo.

Boris levantó la mirada y sonrío. Tenía el pelo corto, oscuro como el mismo carbón, sus ojos negros reflejaban odio y su sonrisa denotaba que era una persona poco cuerda.

- ¡Oh, si eres tu!

- S-si se-señor - dije muy inquieto.

- Acércate hijo - dijo el con un tono de voz mas tranquilo.

Me acerqué con miedo dejando al posadero atrás.

- ¿Sigues de una pieza eh? - río.

Tras echar una fuerte carcajada Boris me cogió del cuello y me giró para ver al posadero apretándome con fuerza, casi estrangulándome, impidiendo también que pudiera defenderme. 

- ¡Matadle! - gritó Boris.

Uno de los guardias agarró tan rápidamente al posadero que a este no le dio tiempo ni a desenfundar su arma, el otro, cogió un cuchillo y rajo su garganta.

- ¡NOOOOOOOOOOOOO! - grité.

- Ugh... g... Aragg... - dijo él antes de desplomarse al suelo.

Boris soltó otra fuerte carcajada.

- ¿Acaso creías que tu plan daría resultado?

- ¿C-omo... lo has... sabido...?

- Sencillo, - volvió a reír- sabes que todo tiene un precio... ¿no Aran?

- ¿Como... sabes mi nombre...? - dije con voz cansada.

- ¿Recuerdas la aldea que salvaste matando a todos mis hombres? Uno de los habitantes vino hacia aquí y me contó que haríais una revuelta, al ser más, supuse que venceríais y, al escuchar tu voz tan cortada, pude confirmar que no eras de los míos. La información me costó tan solo 5.000 monedas de oro las cuales vuelvo a tener aquí, tan pronto como se dispuso a marcharse aquel hombre le matamos, ya sabes, no podemos permitir que nadie sepa lo que hay aquí, podría exponer nuestras debilidades.

- ¡Serás pe...!

Boris me metió un golpe con la rodilla en la espalda provocando que cayese de rodillas para después propinarme otro en la cabeza con el brazo, el cual me dejaría inconsciente.

The Final TravelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora