No sabía aún si estaba haciendo lo correcto al unirme a los Krazas, pero tenía por seguro que esta sería la única manera de poder acercarme a Boris y acabar con el por fin.
Boris encargó a algunos de sus mejores hombres a entrenarme en el combate a ciegas, pues debía estar preparado para la batalla.
- Genial, tenemos que entrenar a un ciego...
- ¿Y como pretende Boris que entrenemos a alguien que no ve?
- ¿Me preguntas a mí? Aún tengo ojos.
- Era una pregunta retórica imbécil.
- ¿Retórica?
- ¿Hemos venido a entrenar o a hablar? - dije con voz firme ante aquellos hombres que no paraban de hablar.
Pude notar como todos se detuvieron en seco.
- ¿Así que el nuevo quiere comenzar ya eh? Que así sea.
Pude escuchar como cayó algo frente a mí, tras agacharme y estar unos instantes buscando, pude comprobar que era una espada de madera.
- ¡Vamos allá! - Dijo uno de ellos - Esto te va a doler muchacho... ¡Ahhhh!
Escuché como venía velozmente y tomé una postura de combate defensiva para parar el golpe.
- ¡Uhhhh!
- ¡Jajajajajaja! Mira el que tantas prisas tenía.
Caí al suelo tras el golpe que me propició aquel hombre en el estómago y comencé a toser.
- Joven, has de saber que las normas aquí las ponemos nosotros, ¿vale?
Permanecí callado sin decir nada.
- No te he oído, ¿vale?
Seguí callado.
- Cuando no se aprende por las buenas... - se acercó lentamente - se aprende por las ma...
- ¡Yiahhhhh!
Cogí mi espada y le dí con todas mis fuerzas en un golpe lateral.
- ¡Ahhhhhh! - gritó de dolor aquel hombre.
Pude escuchar como el resto comenzó a reír.
- Pues si de las malas se aprende así... - dijo uno.
- ¡Jajajajajaja! - rieron todos.
- Esto no acabara así novato.
Tras varias semanas de entrenamiento intensivo marcados con varios golpes en mi cuerpo pude curtirme bastante bien en el combate a ciegas.
- Aran, ven conmigo - pude notar que era la voz de Boris.
Acompañé a Boris durante un corto paseo guiado incluso por unas escaleras subterráneas, aquel sitio olía muy mal y podía escuchar voces suplicando por comida, al instante me di cuenta de que eran los calabozos de aquel lugar.
- Creo que te has hecho mayor Aran, llevas aquí menos de un mes pero has demostrado tener la destreza en combate que yo esperaba... pero me falta algo...
Bajé la mirada, sabía que algo malo iba a pasar.
- Quiero que formes parte de la élite de mis hombres, eres fuerte Aran y sé que contigo podré encontrar a mi hijo, Waldo.
Por un momento la vida me sonrió y yo sonreí con ella pues con esta oportunidad podría acercarme más a él y proclamar la venganza que tanto tiempo llevo buscando.
- Pero como bien dije, me falta algo, has de demostrarme tu lealtad, acaba con este prisionero.
Me quedé de piedra, todo parecía estar tan cerca y ahora tan lejos.
- ¡No por favor! - gritaba aquel hombre.
Acabar con aquel prisionero era la única forma de unirme a la élite de Boris...
- Ten.
Boris me entregó algo en la mano, por su peso y mango pude comprobar que era una daga.
- Mátale.
Pensé en hacerlo al revés, coger la daga e intentar matar a Boris, pero tomó la precaución de alejarse de mí tras darme el arma. Agarré la daga con fuerza y bajé la cabeza con ganas de llorar.
- Lo-lo siento...
- ¡NOOO! ¡POR FAVOR!
ESTÁS LEYENDO
The Final Travel
ActionAran es un joven soldado que vuelve a casa después de estar un tiempo al servicio de la capital, al volver a Myrael, su pueblo, no encuentra más que escombros y cadáveres... Asustado pero con sed de venganza, busca a los asesinos de su pueblo para d...