¿¡UN QUÉ!? (WOOSAN) (MPREG)

3.

Wooyoung le sonreía tiernamente.

— Ya basta — murmuro sonrojado.

Soltó una carcajada al mismo tiempo que se acercaba a su lindo novio y lo besaba.

— Me gusta cuando te sonrojas.

San negó con la cabeza, devolviéndole el beso.

— Mejor ve y vístete que llegaras tarde.

Ahora fue el turno de Wooyoung de negar.

— No iré a trabajar.

— ¿Por qué no?

— Quiero pasar el día contigo.

San se mordió el labio, mirándolo dulcemente.

— ¿En serio?

— Por supuesto — Wooyoung lo abrazo, besando su frente — Hace tiempo que no salgo con mi lindo novio, y lo extraño mucho.

Suspiro feliz.

— Te amo.

— Yo también te amo — susurro de vuelta, besándole los labios — Ve y vístete que nos espera un grandioso día.

San asintió, despareciendo por el baño.

Wooyoung suspiro feliz, comenzando a vestirse el.

No supo cuánto tiempo paso cuando San salió perfectamente vestido del baño, con una sonrisa resplandeciente en su rostro.

— Ya no vamos a ningún lado.

San arrugo el entrecejo, acercándose.

— ¿Qué? ¿Por qué no?

Wooyoung lo abrazo por la cintura, susurrando cerca de sus labios.

— No quiero me roben a mi hermoso novio, delante de ti parezco un vagabundo.

San negó sonriendo.

— Deja de decir tonterías — lo beso — Sabes que soy tuyo.

Con eso, Wooyoung sonrió enormemente, saliendo de la habitación de la mano de su novio. Se subieron al auto y emprendieron camino a su destino.

— Así que — San murmuro — ¿Para dónde vamos?

— Bueno... — Wooyoung lo miro de reojo — Pensé hacer algo totalmente cliché de las parejas, ya sabes, ir al centro comercial, almorzar en un lindo restaurant y luego ir por el postre.

San le agarro la mano, entrelazando sus dedos.

— Suena espectacular.

— Y podrás comprar lo que quieras.

Abrió su boca, sorprendido.

— ¿Estás hablando en serio?

— Por supuesto — asintió — Sabes que me encanta comprarte cosas.

San soltó una risita, viendo por la ventana como Wooyoung estacionaba el auto para luego bajar.

Caminaban tranquilamente agarrados de la mano, entraron a la tienda favorita de San, nombre el cual Wooyoung no sabía pronunciar. Vendían de todo, y según San eso era espectacular.

— Bien — lo miro — Escoge lo que quieras.

San lo arrastro a través de los pasillos, agarrando pantalones, camisas, boxers, de todo.

No supo en qué momento se soltó de la mano de Wooyoung, pero no le presto importancia, siguió caminando hasta que se quedó estático en una sección.

— Qué bonito — susurro viendo la ropa para bebes.

Agarro un pequeño conjunto color azul, la tela era realmente suave. Miro encantado la prenda.

Todo era tan pequeño.

— ¿San?

Se sobresaltó al oír la voz de Wooyoung detrás de él.

— ¿Si? — intento sonar natural, volteando a verlo.

— ¿Qué haces?

— Yo... — no supo que decir, solo se quedó en silencio.

— Mi amor — Wooyoung se acero y dejo un beso en sus labios — Es una estupidez que veas ropa de niños, ni siquiera tenemos un sobrino a quien dárselo o algo así — negó, con una sonrisa — Es una pérdida de tiempo.

San solo asintió, sintiéndose su corazón achicarse ante eso.

Cuando salieron de la tienda, Wooyoung cargaba varias bolsas en una mano mientras que con la otra sostenía a su novio cerca de él.

— Comeremos aquí — aviso.

San asintió, con su ánimo por el piso. Apenas entraron al restaurant, un mesero se les acerco ofreciéndole una mesa y el menú del día.

— Si no te importa — murmuro Wooyoung cuando San regreso del baño — Ordene por ti.

Le sonrió con dulzura.

— Gracias.

Un delicioso plato de lasaña fue posado frente a él.

— Se ve delicioso, amor — Wooyoung lo miro — ¿Sucede algo, bebé?

San tenía una mueca de asco en su rostro.

— No — negó — Es solo que, se me ha quitado el apetito.

— Pero, mi vida —  Wooyoung arrugo el entrecejo — Es tu favorito.

San se encogió de hombros.

Culpa al embarazo, quiso decir, pero solo sonrió.

— Siento hacerte gastar dinero por algo que no voy a comer.

— No importa, nene — negó — Pediremos otra cosa para ti.

San se sintió mal, haría que Wooyoung gastara más.

— No es necesario.

— No me importa — Wooyoung sonrió — Tienes que comer bien.

Lo amaba tanto.

— Está bien — se rindió.

— Así me gustan — le guiño un ojo — Que hagan caso.