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Me miró a los ojos, esos ojos que ahora desprendían tristeza y dolor, rojos y llenos de agua. Y, de la nada, se rompió. Lloro, con la cabeza gacha y sus manos cubriendo su rostro enfrente de mí. Era realmente doloroso verla de esta manera. Sin pensarlo la estreche entre mis brazos una vez más, aún más fuerte. Se aferró a mi pecho y la deje que se desahogará los más que pudiera.

Sabía que tenía tiempo de no hacerlo. Tenía casi ocho años sin sacar todo lo que tiene en su pecho. Era necesario, y doy gracias a todos los cielos que es conmigo. Es conmigo con quién está confiando en estos momentos tan difíciles para ella. Oh, Coraline.

Después de tanto tiempo, tenía que sacarlo todo, y no sería en unos minutos. Estuvo sollozando en mi pecho por lo que fueron más de 20 minutos hasta que se calmo. Mi mano paseaba por su pelo delicada y rítmicamente causándole de vez en cuando uno que otro escalofrío.

Para cuando acorde su respiración era normal. Levante un poco mi cabeza y la observe con lo ojos cerrados. Estaba dormida. Qué hermosa. Sus cejas y sus gestos habían perdido años. En estos momentos lucia como la niña de diez y nueve años que es. Tan tranquila y serena. Digno de admirar.

La contemple por lo que fueron cinco o diez minutos más, y cuando estuve casi seguro de que estaba en un profundo sueño, la levante en mis brazos. Subí despacio y uno por uno los escalones sin perturbar los sueños de Coraline hasta llegar a su cuarto.

Nada más llegue a la cima de las escaleras y entre directamente a su recámara. Impresionante. No había nada, solo la habitación. Es grande, amplia. Del tamaño de la sala de estar de abajo. Había un sillón y enfrente de este estaba la televisión pegada a la pared con un Play Station de no sé que numero. Debajo de la televisión se encontraba el peinador y enseguida de este, estaba el baño, también un poco amplio. Después había una puerta por lo que imagine que era su armario. Su cuarto estaba normal arreglado. Solo el peinador con las cosas que usó en la mañana, pensé, y la cama, estaba un poco destendida.

Me acerqué a la cama, la acomode despacio en el lugar que está destendido y la arrope.  Pensé que se iba a despertar porque la vi moverse un poco, pero solo se estaba acomodando. Baje y tome las llaves de su casa y las mi carro. Salí y cerré bien su casa, y fui hasta el carro para subirme y emprender camino a mi casa.

Mi cabeza no dejaba de pensar en por qué los padres de Coraline actuaron de esa manera. No es normal, no sé lo que haya pasado a ciencia cierta, pero no tenían derecho y no debían haber hecho lo que hicieron. Solo era una niña, no sabía lo que pasaba, y cobrarlas con ella fue muy cobarde de los dos. Solo porque son sus padres, si no, lo juro que si los encuentro no se la acaban.

Y el maldito hijo de puta del tal Dalton ese. Maldito perro. ¿Cómo se atreve hacer eso? Es otro jodido cobarde hijo de la chingada. A él, juro que si lo mato. Que tengan de que hablar la maldita gente. Tanto están diciendo que yo fui el culpable de la muerte de mi padre, pues les voy a dar motivos de una buena voz con ese hijo de la mismísima rechingada madre.

Llegue a mi casa, entre e inmediatamente fui a cambiarme y ponerme ropa de dormir, eran más de las 11. Saque ropa para el siguiente día y mis cosas personales y las metí en una pequeña maleta. Salí de mi habitación y de la casa para volver al Mustang negro aparcado, entrar y emprender otra vez camino al departamento de Coraline.

No podía dejarla sola en estos momentos, sería muy grosero de mi parte, tiene que levantarse en la mañana y verme ahí. Por algo me confesó todo, por qué confía en mí, por lo que siento por ella. Sé perfectamente que no le he dicho nada acerca de mis sentimientos, pero sé qué la mejor declaración no es la que se dice, sino la que se demuestra. 

"Let me in" H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora