Carta a una amistad perdida

112 16 5
                                    

Me pongo a pensar, y me sorprende no recordar la primera vez que nos vimos. En ese entonces, claro,  era muy pequeña para recordar cualquier cosa. Tres, cuatro años, un juguete compartido. Y uno robado por ahí. Cada una se divertía sola, pero al lado de la otra.
Y a medida que pasaba el tiempo se seguía igual. Haciendo nuevos amigos, pero conservando los anteriores, como vos.
Tareas, recreos, pruebas. La primaria era una maravilla de sensaciones. Juntarnos a chusmear y apodar a los maestros, estudiar, dormir una en la casa de la otra.
Me acuerdo cuando te llevaste un peluche mío a tu casa. Para la edad que tenía, era un gran acto de afecto dejarlo ir por una noche. Para que duerma con vos, para que te cuide, como lo hacía conmigo.
Para la época, me alegro de conservar álbumes llenos de fotografías nuestras, feliz recuerdo de la infancia que lastimosamente es sólo eso, un recuerdo. Donde sonreímos, nos abrazábamos y sobrábamos inocencia.
Porque ahora ya nada es igual, los caminos que iniciaron paralelos se fueron bifurcando hasta separarse casi por completo. El seguir en contacto mediante una pantalla. Mediante un cable, o incluso mediante ondas por el aire no es garantía ni prueba de amistad alguna. Se construye con los años, la confianza y el afecto.
Gracias a vos, aprendí lo que es pasar la primera noche sin mis padres, en una casa totalmente ajena. Con comida que podía o no gustarme, pero que no me permitiría a mí misma ver con mala cara. Usar otro baño. Tomar en otro vaso.
Te extraño, y me pregunto si sentis lo mismo para conmigo. Si te acordas cada una de nuestras bromas internas, y juegos propios. Inventados. ¿Todavía visitas los mundos que creamos? ¿Todavía crees que únicamente mediante nuestra mente podemos comunicarnos? ¿Todavía queres oficiar de mamá, de tía, o de abuela?
No creo que te des cuenta que a esta altura de mi vida aún sigo añorando esas situaciones. No estoy segura que las recuerdes siquiera. Es raro, ¿no? Como una a veces recuerda,  recuerda y recuerda pero los demás olvidan. ¿Tan poco importante fui en tu vida?
Y hablando de la vida, transcurre cual agua por el grifo, como la arena que cae en el pozo de un niño, tapándole las vagas ilusiones de llegar hasta el agua.
Y cuando miras atrás,  te das cuenta de todo el tiempo que perdiste, de lo que no hiciste y de lo que podrías haber hecho. Te encontras rodeada de personas nuevas, que si sos un individuo atento, recordarás de dónde salieron. Muchas veces te encontras manteniendo conversaciones con gente que no conoces, o que viste muy pocas veces, y los llamas amigos. Ahora llamás a todos amigos, a todos menos a mí. Pero es justamente lo contrario. Amigos son esos como vos, que me vieron perder los dientes. Amigos son esos que se merecen y se ganan nuestra confianza. Esos con los que se puede contar. Sé que fuiste parte de ese grupo. En un momento pude contar con vos, para todo, más confidente que yo misma. Y ahora somos capaces de cruzarnos, y no saludarnos. ¿Qué pudo haber pasado en el interín? Y, ¿en el interín de qué? Porque el tiempo es uno solo, y los niveles de escolaridad, de culto humano lo dividen, a los ojos del mundo, en etapas.
Últimamente te veo, y no te reconozco. A veces me pregunto cómo es que una persona puede cambiar tanto. Y la respuesta es simple: el entorno. La gente con la cual te rodeás, es la que de alguna forma u otra va terminar de forjar tu personalidad, que de hecho, nunca termina de forjarse.  Vamos tomando costumbres de varios individuos que, de alguna manera admiramos, y nos formamos de ellas, nos llenamos. Quizá terminaste en el entorno equivocado.
Agradezco a la vida por el que me dio. Empezando por vos hasta quienes me rodean actualmente.
¿Te acordás aquella vez que...? Dejá, seguro que no. ¿Y cuando...? No, tampoco. No sos capaz de imaginarte lo feliz que me haría saber que todavía pensás en mí. Que repasás en tu mente, como yo en la mía, cada uno de nuestros juegos. Daría lo que fuera por sentir en mi interior que puedo contarte lo que sea, y viceversa.
Pero de alguna forma la vida nos fue llevando, el viento sopló para lados diferentes y no pudimos aferrarnos. Nos dejamos llevar, y nos alejamos. Y me pregunto qué pasaría si te vuelvo a contactar, salida de la nada, como si el tiempo no hubiera pasado. Ojalá no hubiera pasado. Pido ayuda para entender, que me expliquen, ¿qué nos pasó?

Antología de cartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora