A vos, que estas leyendo esto. A vos, que no sabés cómo llegaste acá. A vos te digo que el hecho que no sepas la tabla del dos, no significa que no puedas amar. Que no puedas analizar una oración no significa que seas incapaz de extrañar. El ser analfabeto de ninguna forma influye en tu forma de pensar. Pero he ahí que el saber estas cosas, el poseer estos conocimientos, te hace más grande. Te hace más sabio y más culto. Te hace crecer, avanzar y alcanzar objetivos. Pero no te impide vivir.
El punto está en ir a buscar el aprendizaje; revolver, leer, investigar. Sumergirse en el mundo de la filosofía, de la física. Apreciar el arte, la música. Elegir aprender. Y disfrutar el momento. Regocijarse con el proceso del entendimiento, sentir como se abren nuestros ojos, se dilatan nuestras pupilas y se exhala con fuerza. 《¡Ahhhhhhh!》 Se suelta. Expulsando aire caliente. Un sentimiento de alivio, al haber descubierto algo nuevo. Ese sentimiento es incomparable. Si tan sólo pudieras experimentarlo voluntariamente. Es, como si al pensar en no saberlo, no pudieses entender cómo seguiría tu vida. Aunque lo que hayas descubierto sea que el azul y el rojo forman violeta. O que las frutas sólo se cosechan por estación.
Pensá, intentá imaginarte cómo es tu vida ahora. Cuáles son tus pasatiempos, cuáles son tus pasiones. ¿Por qué cosas darías la vida? ¿Qué es lo que te mantiene vivo, al filo del placer?
Y después pensá en todas aquellas cosas que te gustaría que formen parte de dicha lista. Tocar un instrumento, ver determinadas películas o leer tales libros. ¿Por qué no serías capaz de hacer todo aquello? No hay nada que lo impida más que vos mismo, rebuscá en tu interior. Ahí están las ganas, las fuerzas, el instinto de levantarse y aprender. Cruzar barreras, pedalear rápido por un camino largo y liso, un camino sin final.
A medida que intentes vas a ver como se van prendiendo luces en aquel camino, luces de diversos colores y tonalidades, luces que lo embellecen. En medio de él, podés encontrarte con piedras, incluso pozos y lomas de burro, pero sólo tenés que girar el manubrio y esquivarlos. Tomar las curvas con lentitud y paciencia, y por nada del mundo frenar, por el miedo a seguir.
El miedo, es el mayor enemigo del hombre. Siempre luchando con nosotros mismos, contra él; qué hacer, qué decir, incluso qué pensar. Se tensan los músculos, se siente cómo las contracturas van apareciendo una a una, en el epicentro de nuestra espalda. Aquí y allá. Nadie se sienta a pensar con tranquilidad. Nadie duerme para averiguar, para saber si en sus sueños está la respuesta. Ahí, abstracta entre divagaciones imposibles. Sólo hay que aprender a leer entre líneas.
Otra cosa que aprender. No se nace sabiendo, ni los conocimientos aparecen por arte de magia. Hay que salir a buscarlos. Correrlos rápido, antes que doblen la esquina. Antes que se vayan con el tiempo, que indudablemente nos corre a nosotros. Vivimos en una carrera eterna con el tiempo, que impedirá que lleguemos a alcanzar todo, sí. Pero es cuestión de saber moldearlo y aprovecharlo, para de esta forma poder utilizar todos los cupos posibles.
¿Y qué obtenemos en conclusión? Una persona como vos, a la cual llenan de recomendaciones y consejos, pero que no se molesta en escuchar (y mucho menos acatar) ninguno. Vaya oreja que tenemos acá. Es tirar palabras al vacío, porque sé que no te interesan. Ojalá que sí, ojalá que gracias a mi carta te decidas y empieces ese curso de cocina que tanto estabas pensado en hacer. Ojalá que mañana aprendas un nuevo idioma. Y ojalá que de acá a un mes decidas comenzar el hábito de la lectura. Pero más que nada ojalá, que en algún momento de tu vida, reúnas los conocimientos necesarios para responderme, y yo a su vez, con aún más sabiduría pueda escribirte de nuevo.
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Antología de cartas
NouvellesCartas varias a personas o elementos que de alguna forma u otra dejan marca en mi vida