CAPITULO I:

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Al nacer, todo es oscuro. El mundo es oscuridad.
Hay quienes creen que ese mundo guarda derechos, sólo para un ser con aparente superioridad. Yo lo pensé asi por mucho tiempo. Ahora se que no es asi, pues el tiempo se encarga de abrir tus ojos. Te obliga a notar que no eres dueño del talento, y que no naciste con dicha imponencia. Ves que no escoges lo especial...

El veintiún del mes de noviembre, una semana después de haber iniciado el invierno, Christian y Janet Bless, concibieron a una infanta prematura de cabellos castaños y tez pálida, con ojos grandes y grises que no pertenecían a ninguna de las dos familias. Fue un parto complicado, con dolores tortuosos para la madre. Al verla, por fin, el angustioso padre, preso de inquietud creyó bien que aquella criatura no lograría pasar del día.
Era tradicion de la familia del marido, que el niño en camino naciera en lugares abiertos: Campos, praderas, sembradíos, llanuras... Cualquier lugar que bien estuviera en medio de la naturaleza. Así estando en pleno invierno, mis padres acordaron que mi nacimiento sería en un bosque de pinos jóvenes, mi tía acompañaba a mi madre en el momento, con mantas y agua tibia. Ahora pienso que su presencia fue la que hizo llevadero el hecho de estar en un bosque a plenitud del hielo.

Después de cinco horas de lucha, logre tomar Algo de fuerza. Al caer la noche, mientras mi padre observaba a la pequeña y delicada niña que era su hija, notando el color blanquecino de su rostro y sus manos y pies fríos que le recordaban el hielo que le rodeaba, escogió mi nombre: Elaís.

Mi madre fue siempre una mujer sobre protectora, cuidadosa de que nada ni nadie pudiera dañarme, creyendome débil y delicada, si bien era asi, mi padre tenía una opinión bastante desigual. Me llevaba consigo a recorrer campos, conocer territorios, a trepar árboles... Mi madre, molesta e inquieta, discutía con él por el descuido y la irresponsabilidad semejante, que dichos actos proponian.
Mi infancia estuvo rodeada de la educacion que fue sin duda, una de las más prometedoras de todo un condado. Gracias a las riquezas de mis padres. Tuve todos los lujos que se pudieran querer:
Grandes terrenos por donde se volteara a mirar, Carruajes traídos desde la capital, vestidos, criadas... Cualquier cosa vana y de caprichosa "importancia". Pero si puedo agradecer de algo de verdadera contundencia y especial agradecimiento a mis padres, fue el amor. Crecí con amor. El amor que no se encuentra fácilmente en cualquier familia.
Era especial su cariño, mis padres estuvieron presentes en dichos momentos que ahora se que realmente eran importantes.
Mi padre... yo era su adoración. Se desequilibraba por cualquier asunto de mínimo significado desde que en éste, su hija tuviera presencia. Su lazo conmigo fue inolvidable...

Pero como todo lo realmente precioso, pronto tuvo su final...
Recuerdo que los vi por última vez el día en que emprendieron viaje de nuestra nación sin nombre, hacia el nuevo mundo. Subían a un buque carguero, con equipaje destinado para un mes, aproximadamente. Mi padre se plantó en el muelle y se volvió hacia el lugar en donde estábamos despidiendolos. Sacudió una mano y sonrió, luego lo vi perderse entre la multitud... Para siempre.

Tenia once años cuando el barco de mis padres se perdió en las profundidades del amplio océano. Fue talves, el golpe más doloroso de mi vida entera.

De eso ya casi cuatro años.

En la actualidad, vivo con mis abuelos maternos, junto con mi media hermana, Laila. Mi madre estuvo casada con el mayor de un regimiento, con el que tuvo a su primera hija, pero el hombre perdió la vida en batalla cuando mi hermana recién tenía dos días de vida. Después de un año de viuda, cuando estaba dispuesto no casarse de nuevo, conoció a mi padre curiosamente viudo también, por razones que desconozco. Se enamoró perdidamente de él y se contrageron matrimonio más rápido de lo esperado. Tuvieron un hija, la criaron, y se fueron.

Rayo De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora