CAPITULO V:

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Un silencio profundo nos envuelve. Observo como se yergue y su rostro se transforma cuando se vuelve a verme.

-Nada importante -Afirma -. Pero voy a pedirte que de momento no te acerques allí.

Retiro el rostro, aun enfadada. 《¿Porque ahora parece que no confía en mi? 》Miro hacia el lago y pienso en alguna forma de que me conteste algo de lo que le he preguntado.

-Si fuese tal vez podría contribuir -Propongo.

-NO -Exclama.

Me giro rápidamente y le veo a los ojos, tan severos como deben estar los míos en este mismo momento. Me acerco con pasos largos hasta quedar a centímetros de él. Me inclino amenazante, lo que provoca que se ponga más erguido, llevando su rostro hacia atrás.

-¿Ahora quieres prohibirme también que hacer? -Hablo con voz ronca. Ese siempre es un indicio demasiado claro de que estoy muy, demasiado molesta.

-Así es -Me mira con desdén -No irás al muelle.

Ahora realmente me esta dando una orden. No puedo contener una pequeña risa, que al salir se escucha completamente escéptica, insolente y burlona. Me mira con indignación, pasa la mano por su cabello y me mira de reojo.

Le quito la cara y miro a cualquier parte. La ira corre por mis venas, fluyendo como río desembocado. No puedo pensar claramente, apenas si puedo darle un momento a mis pulmones para respirar.

-Gracias por la invitación -Empiezo a caminar fuera de él.

Me alejo de allí sin mirar atrás, hasta Justo antes de volver al sendero, donde le escucho de nuevo.

-Adiós, señorita Bless.

Allí me vuelvo y veo su rostro. Distante mira hacia la hierva seca  que brotaba del suelo hace unos meses llena de vida. Lentamente volteo a mirar de nuevo al frente, camino rápido hacia la casa tratando de no mirarle; sin embargo, le pilló por el rabillo del ojo, sin poder enfocarlo bien.

Me pareció verle mirando en mi dirección, o tal vez desease que fuera así. Me despido apenas con un 'Hasta luego' de la señora Long y sus hijas, que me ofrecen el carruaje familiar para volver a mi casa.

He decidido volver caminando, aunque tardo cuarenta minutos en llegar. Subo al ultimo piso y busco a mi hermana, pero descubro que no hay nadie en casa. Entro entonces en su habitación y me saco el collar de cristales caros y lo pongo en su lugar. Agarro de la mesa de su tocador el collar que traigo siempre: En una sencilla cadena, cuelga una joya de plata, con un grabado en forma de pluma en su centro.

Cuando mis abuelos llegan, me encuentro en el jardín saliente de la parte trasera de la casa. Vienen en compañía de mis tíos, charlando con el mismo entusiasmo de día anterior. 

Mi hermana viene con ellos. Sus ojos brillan como si hubiese o estuviera a punto de llorar. Me acerco a ella, tal parece que no he sido la única en tener un mal día. Mis tíos me indican que nos sentemos en la sala, para que puedan dar una importante noticia. Y estando allí, mi tío es el primero en hablar.

-Bien, Elaís ¿Recuerdas aquella vez que tu abuela y  tu charlaron acerca de un nuevo negocio?

-Si, señor -Digo.

-Bueno, luego de mucho intentar, al fin, lo hemos conseguido. el negocio se hará, comenzaremos en una semana. Lastimosamente, para ello, debemos viajar a la capital.

-¿Eso representa un problema?

Mis tíos viven allí, no debería ser una dificultad que el negocio se efectuará allí.

Rayo De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora