CAPITULO VI:

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Luego de hablar con mi hermana, he salido nuevamente de casa, esta vez para venir al muelle. La gente está muy alborotada. Algunos se encuentran amontonados en grupos comentando con agitación, hay hombres reunidos cerca a uno de los buques. Uno de ellos señala frustrado hacia el agua, mientras los otros tres miran a todas partes, desconcertados.

Quise ir a hablarles, pero estando cerca al muelle, algo en el agua llamó mi atención: Una gran sombra negra... mas bien una mancha se encontraba avanzando lejos del lugar, adentrándose más en el mar.

Las aguas son tan claras, que me permiten divisar perfectamente cada movimiento de la enorme criatura que alterna su cola y cuerpo en movimiento ondulatorios. Luego de una vuelta brusca y se hunde hasta desaparecer.

Corro entre los tablones flojos en la base del muelle, me paro en el borde con la esperanza de que aparezca de nuevo. Nada. Cuando estoy por fin rendida, me dispongo a dar vuelta hacia el lugar en donde me hallaba hace un par de minutos. Si bien había dado dos pasos, un pequeño golpe bajo mis pies me hizo frenar en seco. Rígida como tabla, bajo lentamente la vista al suelo. Escucho las aguas agitadas, chocando contra la madera y veo por una pequeña abertura como una sombra azul opaca se mueve lentamente, desapareciendo por un par de segundos. Me vuelvo hacia el mar, mirando de nuevo la claridad de agua. Arrastró un pie hacia adelante, inclinandome para observar mejor. Una voz me sobresalta haciendo que me retiré de Allí, pasando de nuevo a tierra, tanteando entre la multitud a esa voz tan familiar.

-¡Señorita Elaís! -Exclama el joven con entusiasmo, agitando su mano por lo alto. Sonrío hacia él mientras camino hasta donde se encuentra postrado. Cuando estamos por fin frente a frente, Liam toma mi mano, posando delicadamente sus labios en ella. Devuelvo la reverencia, con mi mano aún en contacto con la suya -. Me alegra mucho verla.

Me libera de su agarre, mientras sonríe ampliamente. Acomodo la dos manos cruzadas frente a mi, Pálida De vergüenza.

-Igualmente -Me tiemblan los en labios al hablar.

-¿viene usted con su familia?

《Dios mío.》¿Cómo podría explicarle a este señor, que me he fugado de casa? Muerdo el interior de mis mejillas, nerviosa.

-Bueno, no en realidad. He venido yo sola.

-Me Alegro de saber, que no soy él único escurridizo.

Ríe tiernamente, mientras Caminamos con destino a la plaza. Se hace difícil avanzar entre todo el gentío. una mujer se halla sentada en la fuente alzando una plegaria. Lágrimas brotan de sus ojos, hinchados por el cansancio.
 
"Dios, rey de lo bueno, justiciero de lo malo. No pido por el alma de mi amor perdido... Pero pido por la gente que aun conserva la vida. Para que no vivan también mi sufrir, para que merme la agonía y que todos aquellos que aqui se encuentren, no perezcan. Descanso pido para el dolor que llevamos dentro. Que ningun otro deba caer en manos de la desgracia..."

Oigo lo que dice, con pena en el alma. Se ha puesto de rodillas y cita la oración que el mundo entero conoce de memoria.

"Padre nuestro, que estas en los cielos.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu glorificado reino.
Hagase señor tu voluntad, en la tierra como en el cielo..."

Agachó la cabeza. pasamos más allá de la fuente, donde hay un gran vacío. veo en los ojos de Liam, la misma tristeza que pude sentir al oír la oración de la mujer. Pero luego de un momento, sonríe y transforma su rostro. Intenta, supongo, olvidar el mal trago. Sus ojos son aún melancólicos, lo que demuestra que al igual que a mi, el rezo de aquella mujer le quedará como un triste recuerdo.

Rayo De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora