Hace más de veinte minutos que el coche se detuvo, justo en frente al hogar de Liam y sus padres. Es enorme, cosa que no me sorprende; cuando los conocí parecían ser personas de dinero.Lo que en realidad capturó mi atención, es el hermoso jardín frontal, el cual me niego a dejar aún. Hay flores muy bellas, aunque nunca me había dado cuenta de lo mucho que me gustaban.
No se exactamente como se llaman, ni de donde provienen, solo se que son hermosas. Mi hermana perdió su interés por ellas muy pronto, ya que se encuentra impaciente por entrar en la enorme casa.
Sedo luego de mucha insistencia; Mientras tanto, Miranda nos espera en la puerta, sin apuros.
-¿Te gustan mucho las flores? -Pregunta en cuanto me hallo junto a ella.
-No son una de mis aficiones -Respondo.
Me mira extrañada. Con un leve empujón, las puertas se abren de par en par, dejando ver todo el vestíbulo. Parecen ser amantes de los colores claros, especialmente el blanco.
Es el color que reina en las paredes y el suelo, acompañado de una alfombra color marfil, probablemente muy cara. Más allá de ella, dos pilares de escaleras se encuentran ubicadas en diagonal, una a la izquierda y otra a la derecha. En medio de estas dos, hay un enorme salón que, a mi entender, es la sala de reuniones. Lo atravesamos a paso largo. Escucho el eco de mis pisadas rebotando contra las paredes. Miro hacia arriba, en donde se encuentran tres enormes candelabros de cristal.
Miro a mi alrededor, sintiéndome un pequeño punto dentro de este inmenso cuarto, casi tan grande como la plaza, o quizá incluso más que esta.
Casi estoy segura de que sobraría espacio si entrarán trecientas personas o más; y al otro extremo de la puerta, hay otra entrada mas, que atravesamos para salir.
Me encuentro con un amplio pasillo, seguido de varias puertas inmensas equivalentes al tamaño que debe tener su interior.
Al término del pasillo, se abren otros dos. Uno a la izquierda, otro a la derecha. Ella dobla a la izquierda, seguida de mi hermana y yo. Vemos algunas puertas pequeñas de vez en cuando; despues, a lo ultimo del pasillo, una puerta abre campo al comedor. Y es allí donde termina el pasillo, sin otro lugar a donde ir.
-Los muros de esta casa conforman un elaborado laberinto -Explica Miranda, divertida -, pero no sera tan complicado una vez que hayan conocido toda la casa.
Entra momentáneamente al comedor, para hablar con una criada. Le entrega un sobre y le habla al oído con discreción. La chica se aparta con una serenidad lo suficientemente verosímil, como para engañar incluso a su misma persona.
-¿Qué se encuentra al extremo del pasillo a la derecha? -inquiero con curiosidad.
La señora extiende las comisuras de sus labios hasta formar una perfecta curva, marcando sus perfectos pómulos, dándole una perfecta apariencia tres veces más joven.
-Averígualo tu misma -Dice complaciente.
Sonrío con entusiasmo. 《Llego a entender el porque era querida por mi padre》. Giro sobre mis talones, con un torpe y brusco movimiento.
Me vuelvo a ver hacia ellas una vez más, mientras entran, seguida una de la otra al comedor. Camino por el pasillo, a paso - extrañamente – afanado.
E igual que en un laberinto, el extremo contrario posee una salida. 《El pasillo de la izquierda termina en una puerta hacia el comedor》. Repito en mi mente, cinco veces, con un fúnebre ritmo espectral. 《El pasillo de la derecha, llega a una esquina que dobla a la derecha; unos pasos más adelante, nuevamente a la derecha》.
ESTÁS LEYENDO
Rayo De Luna
FantasyEn el siglo XIX, la sociedad se veía privada de la libertad que merecía la humanidad entonces. Moral, valores y principios se vieron opacados por la ambición y el interés monetario de las mujeres nobles y al final su inteligencia misma corrió con la...