No hay vuelta atrás (Billdip)

"Borron y cuenta nueva" Capitulo IX

Acorralado, no había escapatoria, el castaño con la respiración entre cortada y apenas puesto de pie, giro su cabeza con brusquedad hacía atrás para encontrarse con su ahora, peor pesadilla.

-Cariño, ¿Por qué huyes de mi?- pregunto Bill mientras caminaba lentamente en la dirección del chico, con llamas azules brotando de una de sus manos, su ojo amarillo resplandeciendo más que nunca, el cual estaba bien puesto sobre el muchacho.

-Anda ven aquí, de cualquier forma esto terminara en cualquier momento, estas atrapado Pino, solo déjame hacerlo de una vez-

-¡No! ¡Aléjate de mí!- gritaba el menor mientras temblaba acorralado al final de un pasillo, con lagrimas rodando por sus mejillas, su cara estaba ardiendo mientras sus piernas amenazaban con flaquear y caer en cualquier momento.

-Vamos Pino no te resistas, aun estas herido y podrías...-

El castaño salió disparado a un costado del demonio, tratando de correr con sus pocas fuerzas que tenía, pero como era de esperarse al demonio tan solo le basto con colocarse al frente del chico a una velocidad espeluznante, y empujarlo para que el pequeño cayera con fuerza al suelo y soltara un grito agudo a causa del dolor.

-Te dije que dejaras de forzarte, mira ahora seguro que el sello estará sangrando-dijo el demonio en un tono fingido de preocupación, se agacho colocándose a horcajadas encima del chico con una ligera sonrisa en su labios y tomando ambas manos del pequeño para colocarlas por encima de su cabeza y sujetarlas con firmeza con una rueda de fuego azul la cual giraba alrededor de sus delgadas muñecas.

-n-no...por favor, no quiero esto- rogaba el pequeño temblando debajo del demonio con ojos suplicantes.

-Descuida Pino, esto lo hago por nuestro bien, ya me lo agradecerás-

-no, no...- repetía el pequeño frenéticamente cada vez con más fuerza mientras cerraba sus ojos y negaba con la cabeza al tiempo que a través de sus parpados notaba como una luz azul y un calor, se aproximaban a su rostro.

-¡NOOO!- grito, mientras cerraba sus ojos con fuerza y de pronto se desvanecía en un dolor inmenso incomparable a cualquier otro.

                                                                                                  -Me lo agradecerás...mi Pino-

                              

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~ Déjame entrar en tu memoria ~

El chico abrió los ojos de golpe, empapado en sudor y con la respiración entre cortada al tiempo en que el eco de aquella frase se desvanecía en su cabeza como si solo hubiese sido un susurro.

Trato de incorporarse de donde estaba tumbado pero un dolor impresionante por todo su cuerpo provoco que este soltara un quejido y se quedara congelado para no moverse más. Cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir, para que se acoplaran a la obscuridad de la habitación, la cual estaba totalmente sumida en obscuridad.

Trago saliva y rodo sus ojos por el desconocido lugar, estiro sus manos para descubrir que se encontraba acostado en una cama, una cama con telas muy suaves y seguramente finas.

-Donde...-

El sonido de la puerta abriéndose hizo que este se pusiera alerta pero en cuanto la luz procedente del pasillo le deslumbro los ojos, el castaño no pudo evitar cerrarlos y cubrirse la cara con una mano.