Primera Carta

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Escribo esta carta para aquella persona que la tenga en sus manos, pido disculpas por la informalidad que ésta pueda tener desde un principio. Tan solo quiero contarte una historia, prácticamente, la historia de mi vida, y la de ella.

¿Por dónde comenzar? Creo que... Son muy vagos los recuerdos que trato de traer de vuelta a mi mente, pues ocurrieron hace mucho tiempo, son recuerdos de mi pre-adolescencia, mi niñez prácticamente, pero aun así, haré mi mayor esfuerzo.

Tenía unos 9 años, recuerdo muy bien, que solía jugar en un parque con muchos otros niños, solía correr, reír mucho, y de vez en cuando, pelear con otros niños, particularmente una de las razones mas comunes, era por defender a otra niña, una niña a la que molestaban mucho, y que a pesar de que ella le dijera a sus padres que no quería ir a jugar a aquél parque, ellos la traían, y mostraba desinterés por nosotros, lo que provocaba a los otros niños y los llevaba a molestarla, me hervía la sangre al ver tal injusticia, pues yo la comprendía, ya que, al principio, yo era así.

Recuerdo que un día, varios niños, tal vez unos 5 o 6 niños, me dieron una paliza por tratar de defenderla. Ella estaba tranquila jugando en el pozo de arena sin molestar a nadie, y de repente, estos niños aparecieron y comenzaron a halarle el cabello, y a destruirle lo que había hecho con la arena; rápidamente intervine, pateando en el pecho a uno de los niños, y tirándolo al suelo, luego, golpeé la cara del niño que la sujetaba del cabello para que la soltara, no tuve que hacerlo dos veces, pero mientras me dirigía a reprenderlos, un niño me agarro desde atrás inmovilizandome, mientras los otros aprovechaban a golpearme, eran mas que yo, me superaban en número, no pude hacer nada. Recuerdo que no me dolía ninguno de sus golpes, resistía cuanto podía, pues, sabía que eso no iba a durar mucho, y en efecto, la niña comenzó a gritar, y a llorar tan fuerte, que llamó la atención de los otros niños y a los padres de familia que estaban alrededor que no se habían percatado de lo ocurrido, entre ellos, mis padres, los de ella y los de los demás; nos separaron, y comenzaron a reprendernos, y a pedirnos explicaciones, yo daba las mías, tan solo defendía a aquella niña solitaria, e indefensa. Mientras la atención se dirigía entonces a aquellos niños abusadores, me escabullí con la niña a un lugar lejano, tomándola de la mano y corriendo tan rápido y sigilosamente como podíamos. Ya en un lugar, solo y seguro de las voces debatidoras de los padres, procedí a hablarle.

-¿Por qué vienes siempre a este parque? ¿Acaso no ves que no te quieren aquí?.

Pregunté con la imprudencia de un niño a esa edad.

-...

Nada, y una mirada gacha fueron sus respuestas a mis interrogaciones. Entonces, decidí algo, y justo en ese momento empezó a llover, pero poco me importó, tenía algo que decirle, y algo que hacer desde ese momento.

-Está bien, ¿Sabes niña? Te voy a decir algo. De ahora en adelante, seré yo tu protector, tu gran caballero que te salve cada vez que estés en apuros, ¿Entendido?.

Y esbocé una sonrisa para demostrarle que estaba seguro de aquellas palabras que prometía. Ella parecía estar a punto de llorar, y sin decirme nada, me abrazó; en ese momento no entendía por qué lo hizo, me limité a devolverle el abrazo y acariciar su cabeza, fue ahí, que supe que su cabello era suave como la más fina tela, y era tan cálida, bajo esa fría lluvia que nos cubría en aquel manto de completa soledad, y nos empapaba tanto, que nos hacía olvidar de todo lo que había a nuestro alrededor.

Después de eso las cosas cambiaron un poco, era obvio de suponerse. Cada vez que ella llegaba, iba corriendo a saludarla, ella hacía lo mismo pero de una forma más tímida y conservada que la mía, me alegraba un poco el hecho de que me hablara, y mis días de juego en ese parque transcurrieron de una forma un poco distinta, con ella siempre apegada a mi, o por lo menos cerca de donde estaba, jugábamos juntos y nos divertíamos mucho, sin embargo, los otros niños no dejaron de molestarla, esta vez conmigo en sus burlas, nos llamaban la pareja de ojos bonitos, porque ella y yo teníamos un color diferente en nuestros ojos que la mayoría de los niños, y comenzaban a cantarnos esa canción típica de los enamorados, que estábamos sentados en un árbol dándonos besos, a mi no me importaba la verdad, pero a ella si que le hacía efecto, se tapaba los ojos y en pequeños susurros pedía que se detuvieran, yo no aguantaba verla así y procedía a golpearlos y perseguirlos mientras gritaba que nos dejaran en paz, por suerte, ellos no respondían, solo reían y se alejaban de nosotros, mientras más se burlaban, yo daba por cumplido mi cometido, pues después de eso se cansaban y se iban dejándonos en paz como quería que lo hicieran. Cuando volvía a donde ella, llegaba con una sonrisa diciéndole que ya no nos molestarían el resto del día, pero que muy probable al siguiente día vuelvan, así que debía aguantar un poco mientras yo los espantaba una vez más.

-Por favor, no te preocupes por eso.

Me dijo con una voz tan suave que apenas pude oírla.

-¿Por qué? Si ellos te están molestando, debo protegerte y darles su merecido.

Dije argumentandome, y recordandole mi promesa hacia ella.

-E.. Ellos no me molestan... So.. Solo ignoralos. ¿Quieres?.

-Pero si es obvio que no te gusta que digan esas cosas, te tapas el rostro y...

-¡No es eso!

Alzó la voz para interrumpirme y me miró directo a los ojos. Esos ojos claros, azules como el cielo de verano, grandes y vidriosos porque estaba a punto de llorar.

-Es solo que.. que me.. me avergüenza y..

No pudo continuar, rompió en un llanto suave y entrecortado. Yo, la tomé de los brazos, y sequé sus lagrimas, hice que me mirara directo a los ojos como antes lo había hecho, y una vez más, empezó a llover.

-Entiendo- Dije- Yo solo quiero estar ahí para ti, yo solo quiero verte feliz, junto a mi.

No se por qué dije esas palabras, pero la reacción que ella tuvo frente a ello, me hizo sentir, extraño. Sus ojos se agrandaron mas de lo que estaban, el brillo de sus ojos por los brotes de las lágrimas que se retuvieron al salir, solo hacían ver mas hermosos aquellos ojos azul cielo, una fina curva se dibujó en su cara, la más bella sonrisa que puedo recordar, y su rostro enrojecido, avivó en mi, una pequeña llama, que me quemaba y no sabía ni qué era, ni por qué lo hacía. Entonces, sucedió, un dulce y tímido beso de parte de ella, ocurrió. No entendía que pasaba, solo supe, que me gustó.

Gotas de LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora