Quinta Carta

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Katherine se encontraba parada en uno de los bancos que habían en aquel parque, y con una sonrisa de niña chiquita, miraba al cielo de una manera tan nostálgica que despertó mi curiosidad.

-¿Sucede algo?- Pregunté.

-Ah, mmm.. No te acuerdas ¿Verdad?

-No.

-¿Cómo no puedes recordar el parque en donde nos conocimos?

-¿Qué?

En efecto, miré a mi alrededor y entonces, tratando de recordar, pude ver que nos encontrábamos en aquél parque, donde la conocí, la defendí, la abracé, y en donde ocurrió nuestro primer beso.

-Ay tu si no- Me replicó mi bella dama.

Tan solo esbocé una sonrisa ante aquél pequeño reclamo.

-¿Sabes?- Prosiguió – Antes de que pasara todo eso acerca de.. Jejeje, bueno.. - Claro, no pudo evitar reirse un poco – Lo que pasa es que yo estaba preparando, emm.. una especie de poema para ti.

-¿Si?

-Sipi, y pues, sentí celos al no ser la primera en decirte un poema, yo.. quería ser la primera y.. la única.

-Mmmm, ya veo.

-¿Te lo puedo decir ahora?

-Claro, por favor.

Tus ojos, son tan verdes como la naturaleza

Tu mirar, es tan intenso como la luz que nos llega

Tu tacto, es tan suave y acogedor como la brisa del viento

Y tus besos, me recuerdan el basto amor que por ti siento

Quiero vivir junto a tí por toda la eternidad

Y hacerte sentir, aquél amor que para siempre durará.

¡Wow! Sin duda era el mejor poema que me habían dedicado, y el único que de verdad me importaba. Me quedé sin palabras, viendola, con una sonrisa tan maravillosa y su rostro sonrojado mientras seguía mirando al cielo, yo tan solo, tan solo la amaba. Lo único que pude hacer en ese momento fue abrazarla, y así no perturbaría la imagen tan preciosa que tenía de ella parada en ese banco, mi rostro quedaba justo en su abdomen, con mis manos, rodeé su cintura, cerré mis ojos por instinto, y ella con sus manos acariciaba mi cabeza y mi cabello, la amaba, simplemente, la amo. Justo después, nuestro querido ángel guardián del amor apareció, lento y esporádicamente, hasta que en poco tiempo, nos cubrió con aquel manto húmedo que protegía nuestro amor y lo reinvíndicaba de la forma más hermosa que nosotros podíamos encontrar; nos quedamos ahí por un momento más, hasta que como todo, debía terminar.

Ya en el último año de secundaria, todo transcurrió con total normalidad, increiblemente en este año me encontraba entre los diez mejores del salón, y mi amada Katherine, se encontraba en los siguientes diez, sencillamente un año lleno de sorpresas. Pero todo empeoró a finales del año, todos estábamos felices por ir a la excursión, aunque también estresados por los examenes finales del curso, y como si fuera poco, la tragedia ocurrió, nuestra felicidad en algún momento debía terminar los padres de Katherine y su pequeño hermano que había nacido hace tan solo unos pocos meses atrás, habían muerto. Ellos salían del centro médico asistencial en la noche cuando acababan de ponerle una de las vacunas obligatorias al bebé, y en el camino al auto, apareció un maldito imbécil pasado de tragos, y con un arma de fuego, confundiendo a la mamá de Katherine con su esposa y al esposo de ella por el amante, sin piedad y gritando varias palabras soeces contra ellos, disparó, los padres de Katherine cayeron al suelo heridos de muerte, y el niño desafortunadamente recibió uno de los disparos dirigidos a su madre que lo llevaba en sus brazos, y no sobrevivió.

Recuerdo haber salido corriendo a altas horas de la madrugada esa noche para acudir a consolar Katherine que se encontraba en el hospital, llorando y gritando de dolor y sufrimiento, intentaba calmarla, pero esa era lo peor que podía hacer, así que la abracé tan fuerte como pude, y acurrucandonos en el suelo por la falta de fuerzas, lloramos juntos, y lloramos tan fuerte que juraría que hasta los mismos cielos nos escuchaban.

Después de eso, Katherine estaba tan devastada que cayó en una depresión, tanto así que ni siquiera asistía al colegio pues, era comprensible, ella no tenía más familia en la ciudad que sus propios padres y su pequeño hermano, así que estaba sola en la casa; yo falté varios días al colegio sin decirle a mis padres, por acompañarla, pero su dolor era tanto que lo único que hacía era llorar en mis brazos, verla así me partía el corazón, pensé en invitarla a vivir a mi casa para que no se quedase sola, pero la situación allá no era la mejor para alguien en su condición, asi que escapandome de mi casa una noche sin más, me fuí a vivir con ella para apoyarla, consolarla, y levantarle los ánimos cada vez que fuera necesario, la comida entonces no era un problema, estábamos a comienzo de mes asi que la nevera estaba llena.

Pero, mis desapariciones no mejoraron las cosas en mi hogar, mis padres sabían donde me encontraba, y varias veces mi mamá fue a buscarme y a llevarme ropa limpia, y cualquier cosa que me hiciera falta, incluso cuando tenía tiempo libre, se quedaba con nosotros alguna que otra tarde, con tal de salir de aquél encierro de ser una ama de casa y convivir bajo el mismo techo que un hombre machista y retrogado, apoyarnos era lo mejor que podía hacer. Aun así, la relación de mis padres solo iba empeorando, me llegaban noticias de que mi padre, al ver que yo ya no estaba en la casa para defender a mi madre, la golpeaba, la insultaba, y de ella se aprovechaba; la sangre me hervía, y muchas veces quise ir alla y poner las cosas como estaban antes, pero mi madre se me adelantó, y de mi padre se separó. Esto, además de felicidad me produjo un alivio, y nos venía de maravilla, pues en la casa de Katherine ya no estabamos solo ella y yo, sino que mi mamá se fué a vivir con nosotros, y con la llegada de ella, las cosas mejoraron, tanto así que comenzamos a volver a clases, y así poder terminar el año.

Aunque en Katherine se mostrara signos de que se estuviera mejorando, habían algunas veces que recaía en su depresión y a duras penas pudo terminar el año.

Las cosas después en nuestras vidas, no mejoraron ni un poco, ni ella ni yo, pudimos entrar a una universidad, sus padres habían dejado la casa hipotecada, y mi madre no trabajaba, y mucho menos pensar en pedir ayuda a mi padre, a veces nos llegaba la noticia de que se perdía varios días, y cuando volvía, olía a alcohol y con mucha suerte caminaba, asi que con él, no podíamos contar.

Para empeorar las cosas, mi madre se suicidó. Había salido de una situación dolorosa y al venir con nosotros no pudo mejorar de una depresión que me escondió a la perfección, así que al ver a Katherine sufrir y recaer, pues ella también recaía, a tal punto que ella, una mujer con muchas historias y experiencia en su vida, pues no era jóven como lo solía ser, no pudo aguantar más, y.. y..

Gotas de LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora