Sexta Carta

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Aaamm.. Lamento haber terminado la anterior carta ahí, tan solo no podía seguir más y además de eso tuve que dirigirme a un lugar. Pero bueno, continuando con lo que les iba contando.

Parecía que las cosas para Katherine y yo iba de mal en peor, pero prohibiendo llorar la muerte de mi madre, me armé de valor, y decidí escaparnos de aquella casa endeudada e irnos a vivir rentando aunque sea una pieza con lo poco que teníamos y encontrar algún trabajo para cuando se acabasen nuestros fondos.

Aquellos días eran un infierno, mientras yo salía todos los días y todo el día a conseguir trabajo y rebuscarme un poco en la calle como un maldito méndigo o pidiendo dinero en los semáforos, Katherine prefería quedarse en la casa y mantener todo arreglado, se que dejarla sola era un error, pero ella insistía, además desde que le dí la idea de irnos a vivir solos, su estado de ánimo cambió un poco, y cambió para bien, pues nos habíamos ido tan lejos de nuestras casas, que era como comenzar una nueva vida, lo único malo, es que con lo poco que teníamos para rentar una casa por más pequeña que sea, solo pudimos conseguir un pequeño segundo piso en una de las localidades más inseguras de la ciudad, cada día al salir y al llegar a la casa, temía por mi seguridad, pero temía más por la de Katherine, ella tenía que salir aunque sea alguna vez de la casa, para dirigirse a una tienda y comprar lo que necesitara, bien sea para la comida, temas de aseo del hogar, o si simplemente se le antojaba algo y salir de la casa para no sentirse encarcelada y empeorar su estado emocional.

En mi caso, fuera de la casa todo era un desastre, encontrar trabajo me era muy dificil, pues era menor de edad, y apenas había terminado la secundaria, entonces me di cuenta de lo mal económicamente que estaba mi país que ni siquiera en los cajeros de los supermercados me admitían para trabajar, y obligandome a pedir dinero en los semáforos, cosa que no era tan buena, pues no me podía reunir lo suficiente para considerarse un ingreso óptimo, así que ya haciendose de noche y derrotado por la vida y cabizbajo, volvía a mi casa, solo para encontrarme a aquél ángel que me recibía con un abrazo al cuello, muchos besos que me alegraban hasta lo más profundo de mi ser, y una sonrisa tal que me devolvía las fuerzas para salir al día siguiente e intentarlo una vez más, y no solo era eso, una cena bien servida que incluso hasta a mi me sorprendía, no podía ser más felíz en aquellos momentos, pero a la hora de dormir, mi mente me asesinaba lentamente haciendo cálculos de lo poco que había ganado hoy, y de lo mucho que se gastó en el día y de lo que se gastaría al día siguiente en la comida, por más que quisiera decirle a Katherine que reparara en gastos de la comida no podía, no podía mostrarle la realidad de nuestra situación económica y preocuparla, y obligarla a salir en esas calles tan peligrosas que ya de por si se estaba arriesgando con solo salir a la tienda, asi que cuando por fín conciliaba el sueño, al despertar, me preparaba para salir con el mejor de los ánimos para conseguir un trabajo y así poder mejorar las cosas, tenía, debía y quería hacerlo, por Katherine, por mí, por nosotros.

Gotas de LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora