Cuarta Carta

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El timbre que marcaba la hora de salir de todos los estudiantes, había sonado, y sin dirigirse a mí de ninguna manera, Katherine se fué con un semblante de enojo y rabia, intenté detenerla tomandola del brazo para hablar con ella, pero mi intento fué en vano, ella alejó su brazo tan rápido que pudo escaparse de mí, ni una palabra, ni una mirada, ni siquiera un sonido de reproche si quiera; no comprendía absolutamente nada, ¿Qué sucedía? ¿Por qué se comporta así? ¿Qué hice? ¿Acaso estuvo mal?, estas eran las preguntas que me carcomian la cabeza, y un gran dolor punzante en mi corazón me destruía a pedazos, algo debía hacer, encontrar la forma de solucionarlo, aquél vacío, aquella desazón en mi corazón, aquél dolor, ya no podía soportar, todo esto debía acabarlo.

Recuerdo que en la noche de ese día me encontraba en mi casa, hecho extraño pues en las noches era cuando solía ir a visitarla a ella; pero esta vez era distinto, ella no me contestaba a su teléfono móvil, así que para no ser tan intenso con ella, decidí dedicar el tiempo que tenía, a pensar alguna forma de solucionar todo esto que nos aquejaba a Katherine y a mi, pero, concentrarme era muy dificil, mi padre acababa de llegar del trabajo a una hora que no era usual para él, y mi madre lo recibió con alegatos y reclamos acerca de la hora de llegada tan tarde, gracias a mi suerte, poco pude escuchar de aquella pelea, pues mi cuarto queda en el segundo piso de la casa, aunque se podía decir que incluso el vecino si lo quería, se podía enterar de por qué mi padre llegó tarde, expidiendo un olor a alcohol y fuertes revelaciones de la vida pasada de ellos. En lo poco que pude pensar en la solución de aquél problema, llegué a la conclusión de que por obviedad, aquella persona debe ser alguien que yo conozco, alguien con la que yo me haya relacionado de alguna forma, una compañera de clase era lo más lógico, pero ¡¿Cúal?! No pude averiguarlo con la poca información que tenía, asi que el día siguiente, iba a ser el día.

Estaba ya acostado en la cama, preparado y acobijado, el sueño ya me estaba venciendo, y a punto de quedarme dormido, el celular que se encontraba en una cómoda al lado de mi cama, comenzó a sonar, - ¿Una llamada a esta hora? - Pensé, y acto seguido, tomé mi celular, y sin ver quien era, contesté.

-¿Aló?

-Hola..

Una voz femenina que podía reconocer incluso cohibido de todos mis sentidos, fue la que sonó del otro lado de la linea, y mi corazón palpitaba a revoluciones tan rápida que ni un tren las podía alcanzar.

-Hola..- Respondí - ¿Cómo estás?

-Bien, pensaba en ti yyy.., quería.. disculparme por lo de hoy.

-Ah, no te preocupes tan sol..

-Espera- Me interrumpió – Quiero que sepas lo que sucedió.

-Está bien.

-Bueno es que yo.., sentí un poco de celos, amm.. por lo que decía en esa carta, yy.. lo que sucede, bueno..

Su indecisión al contarme la razón era notoria en cada una de las palabras que pronunciaba, era algo tan extraño en ella, que no sabía si preocuparme y detenerla, o dejar que siguiera hablando y terminase de explicarse, o tal vez no terminarse de explicarse.

-Oye, ¿Estás bién? - Opté por interrumpir.

-Ajam, sí, sí lo estoy, es solo que... ¿Sabes qué? Te cuento cuando todo este asunto termine ¿Si?, y te prometo que ya no sentiré celos.

-Vaya, eso me alegra mi princesa – Ese era el sobrenombre que yo le tenía a ella – No sabes lo preocupado que estaba por ti, yo.. sentí, que te iba a perder por una cosa como esta.

Gotas de LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora