Capitulo 2

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Me dirigí hacia mi rincón secreto. Este no era otro que una cascada en lo mas profundo del bosque, donde nadie puede escucharme llorar.

Cuando llegué me senté en la orilla de la cascada, me quite los zapatos, metí los pies dentro del agua y dejé que la corriente acariciara mis pies desnudos, algo que siempre me tranquilizaba.
Aunque me tranquilizaba, no pude olvidar los recuerdos de toda mi vida. Los recuerdos pasaron por mi cabeza como flashes, reviviendo en mi memoria todos los momentos en los que fui humillada, golpeada, insultada.
Las lágrimas no tardaron en aparecer y en hacer un camino por mis mejillas hasta mi mentón, donde se acumulaban y caían al suelo haciendo que este sea mas húmedo.
Tampoco tardaron en llegar a mi mente las típicas preguntas de "¿No importo?" "Si desapareciera, ¿Le importaría a alguien?" "¿Trato mal a los demás para que ellos me traten mal?"
Todo ese tipo de preguntas se repiten en mi cabeza.
En poco tiempo, el sueño me vence y caigo en los brazos de Morfeo acunada por la suave brisa del viento.

Abro mis ojos debido a la suave voz que me llama:

- ¡Bella! Ven, vamos a comer.

Reconocería esa voz en cualquier parte. Era la voz de mi madre. Me acuerdo cuando de pequeña me cantaba nanas para que me durmiera. Cuando eramos felices.
La busqué con la mirada, pero no la encontré. En cambio, encontré un hermoso prado verde, con un gran bosque de pinos. El sol brillaba como nunca y el cielo azul le daba un toque hogareño. A lo lejos vi una casa. Era muy hermosa y humilde. Junto a la puerta vi a una señora de pie. No podía distinguir bien sus rasgos, pero tenía una piel un tanto bronceada, un cabello color chocolate y una figura perfecta. La reconocí de inmediato, era mi madre.

- Vamos cariño, se hará tarde - me llamó.

Corrí hacia ella todo lo que pude. Llevaba puesto un vestido de seda suelto que me llegaba por la rodilla, llevaba el cabello suelto y tenía los pies descalzos, lo que me facilitaba la carrera.
Justo cuando iba a llegar, la casa se evaporó y mi madre con ella. La busqué por el prado, pero no veía nada. La luna más brillante y hermosa que he visto jamas reemplazó al sol y el bosque de pinos se había vuelto un tanto tenebroso.
A unos metros de mí, apareció una mujer.
Tenía el pelo de color azul cielo, un color que le favorecía bastante. Tenía la piel muy pálida, mucho mas que la mía, lo que ya era bastante difícil.
Me acerqué más y descubrí que tenía los ojos de color azul marino. Llevaba puesto un vestido de gasa que llegaba hasta el suelo.
Me acerqué mas y ella me habló:

- Hola Bella - dijo ella con una aterciopelada y hermosa voz.

- ¿Quién eres?

- Soy la diosa Luna, vuestra diosa y creadora. He venido para darte una importante noticia que ocurrirá en un futuro. - al instante, me puse pálida. Seguramente será una mala noticia, supongo que me castigará por ser tan débil.

- Tranquila, no te asustes, no te haré daño.

Lo que me dijo en verdad me tranquilizó un poco, pero seguí estando alerta e inquieta.
Hice acopio de mi valor y pregunté:

- ¿Cuál es la noticia?

- La descubrirás en un futuro por ti misma. Por ahora, te puedo decir que seras recompensada por tanto sufrimiento.

Estaba desconcertada. No me imaginaba una recompensa. Esas palabras hicieron que creciera en mi corazón un sentimiento que creía muerto hasta entonces. La esperanza. Esperanza de poder tener un buen futuro. De poder ser feliz como lo son los demás.
Su voz me sacó de mis pensamientos:

- Me comunicaré contigo cuando sea preciso. Recuerda que nunca estarás sola - me dijo ella con una sonrisa tranquilizadora

- Adiós Bella

Su figura empezó a desvanecerse en el aire, pero yo no quería que se fuera, es más, quería hacerle mas preguntas.

- ¡¡Espera, no te vayas!!... - dije con la esperanza de que no desapareciese.

Pero mis esperanzas fueron en vano, ya que la hermosa y magestuosa figura ya había abandonado el prado.
Confundida y aturdida, empezé a buscar un lugar al que ir.

Una gota calló en mi rostro. Seguida de esta, otra más. Después otra, otra y otra. Abrí mis ojos y me encontré con un cielo antes despejado poblado de grises nubes. Rápidamente me levanté, eché una última mirada a la cascada y me fui corriendo a mi hogar, donde me esperaban unas mantas cómodas donde dormir y encontrar calor.

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora