Capítulo 7

5.5K 319 2
                                    


*Nota importante al final*

Abro los ojos y sigo sin ver nada. Las manos y los pies siguen atados y no puedo hacer nada. A mi mente viene la idea de quemar lo que tengo delante de mis ojos. Si puedo controlar el fuego, ¿por qué no quemar cosas? Me concentro lo mejor que puedo en lo que hay delante de mis ojos y poco a poco empiezo a quemar la "venda" que me tapa. Las llamas arrasan con este material haciéndome un poco de daño al estar tan pegado a mi piel, pero vale la pena porque recobro la vista. Estoy en mi casita atada de manos y pies a mi intento de cama. Dirijo mi vista a las cuerdas de mis manos y me concentro en ellas. Estas poco a poco se van quemando y hacen que pueda mover las manos. Hago el mismo proceso en las cuerdas de mis pies. Cuando recupero el control de mi cuerpo, me levanto y camino cautelosa en busca de ese alguien que me ha atado.
Oigo como chirria la puerta al abrirla y mi vista se mueve en esa dirección. En frente de mi se encuentra un hombre alto, musculoso y vestido totalmente de negro. Se percata de mi presencia y me mira. Tiene la piel un tanto bronceada, se nota que tiene unos añitos y tiene los ojos verdes. Me mira fríamente y saca un cuchillo de su chaqueta negra. De un rápido movimiento me lo tira y yo me cubro con las manos esperando esa punzada de dolor. Pero esta nunca llega. Espero unos segundos y aparto las manos lentamente. Sorprendentemente delante de mi no hay un hombre con una chaqueta negra, hay un muro de fuego que no me permite ver lo que hay al otro lado. Miro a mi alrededor esperando ver la pequeña casita ardiendo en llamas, pero esta no arde. Muevo las manos hacia los lados intentando disipar el fuego que yo misma he creado. Este desaparece poco a poco y puedo ver lo que hay al otro lado. En el suelo esta él cuchillo que tenía que haber acabado con mi vida y cerca de la puerta se encuentra el extraño hombre que me mira con ojos llenos de miedo y pánico. Una rabia que desconozco crece en mi interior y me acerco a él. Doy el primer paso y el hombre se acerca rápidamente a la puerta intentando escapar.
Con un rápido movimiento levanto la mano haciendo que algunas ramas del árbol cubran la puerta. Este se gira en busca de alguna otra salida pero yo no se lo puedo permitir. La ira y la rabia se han apoderado de mi cabeza. Me concentró y creo una bola de agua en mi mano. La lanzo y atrapo con esta la muñeca del hombre. Creo otra bola, la lanzo y atrapo su otra mano. Hago el mismo proceso con sus pies hasta que lo inmovilizo por completo. Intenta soltarse pero aumento la presión en sus extremidades, haciendo que se retuerza de dolor al moverse. Levanta la cabeza y me mira con miedo en sus ojos, pero este sentimiento es reemplazado rápidamente y en sus ojos solo se reflejan la frialdad de su mirada. Me acerco a él y le digo:

- Quien eres y que haces aquí - digo lentamente.

El no responde y continua con su fría mirada.

- No lo voy a repetir - digo duramente.

El sigue sin contestar y no se que hacer. ¿Podría hacer como un "suero" de la verdad? Recuerdo haber leído algo parecido en el instituto, pero no se si funcionará. Además, hace falta menta negra. Esa planta no crece por los alrededores. Pero... ¿Podría crearla?
Se puede intentar.
Me doy la vuelta y me dirijo a la cama. Me pongo de rodillas delante de esta y me concentro en la imagen de la menta negra. Oigo un ruido que viene del suelo y bajo la mirada. Observo como una pequeña raíz se abre paso entre la madera y se acerca a mí. La pequeña raíz se hace más grande y de esta brota un tallo, que poco a poco se hace más grande hasta convertirse en una hermosa flor de color negra. La reconozco de inmediato. Con mis dedos parto el tallo y cojo la flor. Quito suavemente los pétalos y los pongo encima de la cama. Dejo el tallo en el suelo y continuo. Hago círculos con los dedos en mi mano y creo un pequeño remolino. En mi otra mano creo unas pequeñas burbujas de agua. Muevo las burbujas y las meto en el pequeño remolino. Cojo los pétalos y los pongo en el remolino. Me levanto y me giro hacia el hombre. Este me dedica una mirada curiosa antes de cambiarla por una fría. Me acerco a él con el remolino en la mano hasta estar lo suficientemente cerca. Pongo el remolino a la altura de su cara y soplo. La corriente de aire que formaba el remolino choca contra su cara y los pétalos y las burbujas caen al suelo. Veo como poco a poco su fría mirada pasa a ser una mirada neutra. No muestra nada, pero a mí me demuestra que lo he conseguido. Estoy orgullosa por haberlo conseguido y sonrío. Ahora solo queda hacerle un par de preguntas. Y con un par de preguntas me refiero a un montón.

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora