Capitulo 6

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Camino por el bosque guiada por las hermosas flores azules que hay en el suelo. Miro al cielo y la luna esta alumbrandome. Miro mi vestimenta y llevo puesto un hermoso y ceñido vestido. Oigo un gruñido y levanto la mirada. Delante de mi hay un lobo de un color negro nunca visto. Sus ojos son rojos y me miran con ira. Me gruñe y yo retrocedo atemorizada. Quiero transformarme pero no puedo, Azura no responde y siento que no puedo convertirme en lobo. Me ha dejado sola...
Un gruñido más fuerte que el anterior hace que concentre mi atención en el lobo que tengo delante mía. Se acerca a mi y yo retrocedo. Doy un paso hacia atrás haciendo que una rama cruja y se rompa. El lobo rompe el contacto visual conmigo y dirige la vista a la rama rota. Aprovecho la distracción y corro en dirección opuesta al lobo. Corro entre los árboles haciendo que las ramas se claven en mi piel y hagan que sangre. Siento como el lobo me sigue pero yo no miro hacia atrás, corro y corro esperando a que se canse y me deje en paz, pero ese momento no llega. Cuando siento que las piernas no me responden veo una cueva y no dudo en meterme en ella. La cueva es muy grande y hermosa, pero no me puedo detener a admirarla, si lo hago el lobo me alcanzaría. Llego al final de la cueva y me doy la vuelta rápidamente para intentar enfrentarme al lobo y, posiblemente, escapar de aquí. Delante de mi no hay un lobo, ni nada que se le parezca, hay una pared hecha de agua que se mueve pero no avanza. Me acerco a ella lentamente y cerco mi dedo. Toco la pared y es como si tocase agua en movimiento. La vuelvo a tocar pero esta vez hundo mi dedo en ella. Siento que no hay nada mas que agua al otro lado de la pared y decido atravesarla. Meto mis dos manos y acerco mi cuerpo a ella. Cuando la traspaso no hay rastro del agua y tampoco estoy mojada. Miro hacia atrás esperando encontrarme con la pared de agua, pero en cambio me encuentro un océano infinito. Miro mis pies desnudos al sentir algo húmedo bajo ellos y me sorprendo al ver que estoy encima del océano. Me agacho y toco el océano con mi dedo. Sorprendentemente no me caigo, es como si pudiera caminar sobre el agua. Me levanto y miro a mi alrededor. Sonrío al ver este hermoso lugar. Estoy encima del océano, uno que no tiene límite, y que si lo tiene, no lo veo porque es de noche. Sorprendentemente, una noche sin luna.

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