La nueva

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Capítulo 7



Jack se movió por el trazado de las montañas. La madriguera o lo que fuese donde vivían los trolls no estaba lejos. Estaba siéndole infiel a su orgullo con regresar a donde se había marchado hecho una furia e insultado. Pabbie no le agradaba del todo, pero siendo el único al que podía acudir no tenía más remedio que morderse la lengua.

Cuando aterrizó en el húmedo suelo, los trolls se congregaron con ojos curiosos alrededor sin decir una palabra. Pabbie fue el último en aparecer.

–¡Ah, Jack Frost! Creí que no volveríamos a oír de ti. – comentó en bienvenida. Claro sabía que iba a regresar como que en ese mismo instante Jack se torturaba a sí mismo por mantener la compostura y su orgullo sano. Pabbie no quiso volver a humillarle.

Jack todavía estaba conmovido por la visita a Elsa. A esa nueva Elsa. Así que tampoco tocó el tema de lo que había pasado en su última visita al troll – la que creyó que sería la última. Pero por desgracia, allí estaba de nuevo y con malos informes.

–Bueno, me verás más seguido. No creo que necesite una especialización para saber que el diagnóstico de Elsa es malo. Demasiado lejos de lo que pensaba.

–¿Ella está bien? – se preocupó.

–Físicamente, sí. Mentalmente...

–Pues claro que afectaría su razón. – recapacitaba. –¿Dónde está ahora?

–Ha viajado toda la noche y toda la mañana para ir a las Montañas del Norte. Está en su castillo ahora.

–Ya veo. Ha logrado lo que tramaba con esas cartas. Muy ingeniosa, debo decirlo.

–Sí pero... En la huida ha habido un problema. – no sabía cómo empezar.

Pabbie enmudeció. De haber podido, habría empalidecido. Esperaba no tener que oír noticias de esa clase.

–¿Qué pasó? – preguntó un troll mujer de la multitud ya que nadie hablaba. Se imaginaban cientos de escenarios posibles. Pabbie la miró y ella se encogió de hombros.

–Un mayordomo y dos guardias la descubrieron en el acto. Y ella... – recordó la escena de los tres pobres hombres. – Creo que los mató.

Todas las criaturas concibieron un sonido de pavor.

–¿QUÉ? ¿Cómo que crees? ¿No has hecho nada para impedirlo? – lo que faltaba, muertes. Ya había comenzado a matar antes de lo que Pabbie suponía. El cambio no había durado más que días. Todo iba demasiado rápido.

–¡No! – se defendió. – Estaba en el tejado, no sabía por dónde se fugaría y no quería perderla de vista en plena noche. Pero oí los gritos de los hombres. Para cuando llegué al lugar estaban... Atravesados con hielo. No sé qué les pasó después. – se horrorizaba con tan solo decirlo, pero no lo demostraba. Él solo daba noticias. – Tranquilo, no pongas esa cara. Tomé precauciones. Me encargué de borrar las huellas; hice al hielo desaparecer. Nadie sospecha que fue Elsa sino un simple ladrón por lo que oí comentar a algunos soldados. Y para hacer esa historia más creíble, también tomé esto. – le enseñó la pieza de oro que tenía en el bolsillo de su viejo pantalón.

–¿Un reloj de bolsillo? – enarcó una ceja. O lo que sea que tuviese como ceja, lucía como pasto.

–Se lo robé al canoso. Así por lo menos seguirán pensando que el ladrón se llevó algo valioso y no mató por que sí.

Aunque la culpable sí mató porque sí.

Pabbie estaba en shock, tal y como Jack lo había estado. Pero él lo tuvo que controlarlo para poder seguir con el seguimiento. Ambos, sin duda, se preguntaban qué podía incitar a alguien a hacer algo como eso. Para cuando se recompuso, el troll habló.

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