Capítulo 10

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Allison

Me despierto con el cuerpo dolorido debido a la dureza del colchón que es bastante viejo. Miro la ventana para ver si está nevando pero me doy cuenta de que está la persiana bajada por lo que perezosamente decido a levantarme y subir la persiana. Efectivamente, está nevando y bastante. Hace muchísimo frío por lo que me cambio rápidamente el pijama por la ropa de calle para salir a conseguir dinero.

Me lavo la cara y los dientes aunque no haya desayunado porque no lo pienso hacer y me voy a la calle. Mis padres han salido a cumplir con su rutina diaria. Para cuando estoy fuera de casa ha dejado de nevar, lo cual me facilita bastante el trabajo ya que voy a estar a la intemperie. Camino por las calles en las que hay numerosos atascos porque es la hora punta y la gente va a trabajar o, como es fin de semana, de viaje. Una ráfaga de aire frío me revuelve el cabello y me despeina; genial. Me recoloco el chaquetón para intentar abrigarme más y continuo caminando mientras pienso en formas de conseguir dinero. De repente recuerdo que Tom, un borracho estafador que le hablaba a mi padre le contó algo sobre una marihuana que había enterrado en el jardín de su casa para venderla cuando necesitara dinero, no me gusta hacer esto en absoluto pero para situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Camino hacia la casa del borracho Tom que está a las afueras de la ciudad, al lado del puente que cruza el río lo más deprisa que puedo mientras pienso qué puedo hacer para venderla, aunque dudo que mi conciencia me dejara hacerlo. Caminando deprisa tardo media hora en llegar a la casa. Una casa vetusta y achaparrada de madera despintada y con el tejado casi destrozado. Entro tranquilamente al ver que Tom está tirado en la puerta con las llaves en el suelo a su lado, señal de que intentó abrirla pero al estar borracho no pudo. Cojo las llaves y entro. El suelo cruje tras la primera pisada que doy y miro al borracho para cerciorarme de que sigue durmiendo. Cuando al fin llego al patio veo que Tom ha cavado la zanja y ha sacado la marihuana que se encuentra congelada. Mierda, me he quedado sin dinero, pero al menos mi conciencia está tranquila. Decido salir de allí tan deprisa como entré, andando sin cuidado y dando grandes zancadas. Cuando atravieso la puerta principal noto un fuerte agarre en mi tobillo.

—¡Suéltame!—grito sabiendo quien es el que me está agarrando.

—¿Dónde ibas, preciosa?

—¿A ti qué coño te importa?—espeto.

—Bueno, esta es mi casa y me temo que no vas a salir tan fácilmente de ella.

—¡Suéltame o llamaré a la policía!—grito desesperada.

—¿Qué policía? Aquí no hay policía. Has entrado en mi casa y pagarás por ello—se levanta y con sus sucias y asquerosas manos mueve mi cara para que lo mire a los ojos.

—Hijo de puta malnacido—pronuncio justo antes de escupirle en la cara, haciendo que muestre los amarillos dientes con rabia mientras comienza a desabrocharse el pantalón.

Lucho por soltarme de su agarre y por evitar lo inevitable mientras una lágrima se derrama de mi ojo y recorre mi mejilla en señal de rabia e impotencia. De repente noto como me suelta bruscamente y se lleva las manos a la nariz, que le sangra. Yo me caigo al suelo pero mientras logro ver como alguien lo tira al suelo y le pega puñetazos y patadas.

—Cerdo, asqueroso, devuélveme mi puto dinero.

—¡No tengo tu dinero!—grita el viejo mientras se retuerce de dolor a causa de la paliza que le está pegando el chaval.

—La paliza ha sido tu ultimátum, lo próximo será tu muerte así que procura conseguir el dinero, rata asquerosa.

Ahora lo entiendo todo, había desenterrado su hierba para venderla y pagarle a este tío pero estaba congelada y no lo ha podido hacer.

Contra el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora