Damien
Está bien, sé que habéis estado esperando deseosos desde el último capítulo. Lo que que voy a contaros es cómo me metí en el mundillo de las peleas (en el que tampoco es que lleve mucho tiempo ya que ayer fue mi primer día y la pelea con Wail fue la segunda de la noche).
Resulta que el viernes después de que diera su regalo a mi hermana y la dejara acostada en su cama salí a fumarme un cigarrillo al jardín. Mientras exhalaba el humo sentado en la fría silla de plástico haciendo figuras en la nieve con los pies vi a lo lejos alguien acercándose en la oscuridad. Venía dando grandes zancadas. Cuando se hubo acercado lo suficiente lo pude ver, era el tío con el que me había chocado hacía unas dos horas, el de los cien euros. Pensé que estaba alucinando, no podía haberme encontrado.
—Eh, tú, hijo de puta—me gritó desde la valla del jardín.
Tiré el cigarro dispuesto a enfrentarme a él.
—¿Quién eres y qué coño quieres?—pregunté fingiendo no acordarme de él.
—Oh, vamos hijo de puta, sabes perfectamente quién soy. Devuélveme mi puto dinero y me iré por donde he venido.
—No sé de qué cojones me estás hablando, ya te puedes estar yendo de mi puta casa si no quieres salir de ella con los pies por delante.
Le dije esto básicamente porque ya me había gastado parte del dinero y no pensaba devolverle el resto. No tenía ni la más mínima idea de cómo me había encontrado pero lo había hecho y ahora estaba reclamando su legítimo dinero.
Al escuchar mis palabras, la expresión aparentemente tranquila que tenía se transmutó en una de ira casi incontrolable.
—¡Ataca!—gritó dejándome atónito. No sabía a quién le estaba diciendo que me atacara y durante unos escasos segundos pensé que estaba loco o drogado.
De repente, un chaval al que no había visto llegar saltó sobre la valla y se avalanzó sobre mí. Casi sin darme cuenta me tiró de la silla y empezó a propinarme fuertes puñetazos.
''Genial, dos peleas en una noche''.
Descargué toda la rabia que tenía acumulada sobre él. Sin saber cómo, había acabado a horcajadas sobre él golpeando su cabeza contra el frío y nevado suelo. Al cabo de unos pocos segundos había parado de moverse y yacía en el suelo.
—¿Qué coño he hecho?—susurré en voz baja angustiado pensando que lo había matado.
Un aplauso resonó en el silencio de la noche. Mierda, no me había acordado de que este tío seguía aquí. Lo miré y estaba apoyado en la valla con un cigarrillo entre sus labios aplaudiendo y asintiendo.
—Bien hecho, chaval.
Este tío tenía que ser bipolar o algo. Viendo mi cara de preocupación y extrañeza volvió a hablar.
—No te preocupes, se pondrá bien—dijo tomándole el pulso—solo está inconsciente. Se me acaba de ocurrir una forma de pagar la deuda que tienes conmigo.
—¿Deuda? Tu colega ha estado a punto de matarme y encima ahora quieres que te devuelva el dinero. La llevas clara, amigo.
—Claro que lo harás. Trabajarás peleando para mí. Ganarás mucho dinero y estarás en paz conmigo.
—¿Cómo? ¿Peleas ilegales?—Estaba alucinando, no me podía creer que me estuviera diciendo eso.
—Oh, por favor no las llames así—dijo haciendo un gesto con la mano—llámalas peleas alternativas, es una buena forma de divertimento tanto para ti como para la gente que va a verlas. Además, tú podrías ganar mucho dinero, pareces bueno.
—Sigue siendo la misma mierda con distinto nombre—respondí escéptico encendiéndome otro cigarrillo—además, ¿cómo sé que puedo confiar en ti y que no va a ser una trampa?
—No lo sabes, es sencillo.
—Puto loco. Está bien, me lo pensaré y te responderé en unos días.
—Buena broma—emitió una sonora carcajada. No tienes unos días para hacerlo, tienes que decidir si quieres hacerlo o no ahora. En cualquier caso, yo seguiré viniendo hasta que me pagues lo que me debes.
Mierda, estaba entre la espada y la pared. Tenía que decidir, confiaba en este loco y me metía a pelear para él ilegalmente poniéndome en peligro a mí y a mi familia ganando un montón de dinero o rechazaba su al parecer generosa oferta y la cantidad de dinero y adrenalina que esta conllevaba. No me lo pensé dos veces.
—Está bien, lo haré.
—Ese es mi chico—me estrechó la mano. Soy Douglas pero llámame Dog. Bienvenido al club. Vámonos de aquí, te enseñaré el lugar que va a ser tu segunda casa a partir de ahora.
—¿Qué hacemos con este?—pregunté señalando al tío que estaba tirado en el suelo.
—Déjalo ahí, ya se despertará.
Me di la vuelta obedeciendo a Dog y lo seguí hasta la llamémosla guarida, un lugar ruinoso y sucio en una casa enana en un callejón lúgubre de la ciudad. Allí me llevó a un dormitorio vacío con tan solo una cama en él. Yo me pregunté qué pretendía hacer allí cuando creí escuchar a lo lejos gritos de una multitud. Pensé que sería alguna pelea callejera de las que siempre suele ver pero mi sorpresa fue mayúscula cuando Dog retiró la cama y abrió una especie de puerta que daba a unas escaleras. Bajamos las escaleras muy deprisa y llegamos a otro piso subterráneo. Cruzamos un pasillo al final del cual había una puerta metálica. De lo que fuera que hubiera detrás de ella provenían todos los gritos. Dog la abrió y ante nosotros se extendió la visión de una habitación llena de gente gritando y empujándose alrededor de un espacio en el que había dos jóvenes peleándose. Parecía una pelea a muerte. Minutos después de haber llegado, la pelea acabó entre un estallido de aplausos de celebración de los espectadores que habían apostado por el vencedor y bramidos de ira de los que lo habían hecho por el perdedor. Dog corrió hacia el vencedor, un chico moreno y delgado y al parecer inofensivo. Y digo al parecer porque había dejado la cara casi desfigurada a su contrincante. Cuando todo se hubo depejado, Dog me lo presentó. Su nombre era Wail y sería a quien me enfrentaría al día siguiente en mi nuevo trabajo. Wail era el primero de mis compañeros de trabajo, no conocía a los demás pero viéndolo a él tampoco me apetecía mucho hacerlo.
Curioso es que ahora en tan poco tiempo casi sea mi amigo y esté yendo a su casa.
Siento la tardanza pero he vuelto. Espero que os guste este capítulo a pesar de que es un poco corto. Nos leemos :*
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Contra el destino
Non-Fiction"Ahora mi corazón está roto y con él mi alma''. Es una sensación extraña, ¿sabes? Como morir por dentro y seguir viviendo por fuera. Esto piensa Allison tras el suicidio de su hermana gemela. Siente que su vida ya no puede ir peor, que ha tocado fo...