« Capítulo Ocho»

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¡Publico pronto, qué se pare el mundo!

Con su altura dos dedos mayor que la de Aurel, y sus suaves facciones, solo añadían más oscuridad a su aspecto. Y es que el chico malo lo era por dentro y por fuera.

Mendacium cerró la puerta detrás de él, para a continuación,  apoyarse en ella con indiferencia.

Una chica de estatura más bien baja, con unos grandes ojos saltones de un color marrón claro, se acercó a Mendacium con pequeños pasos que podrían confundirse con saltos. Lo que más llamaba la atención de ella, era su larga cabellera atada en una coleta alta, de un color blanco brillante.

- ¡Hola! - Exclamó Alba con entusiasmo una vez hubo llegado delante de Mendacium.

- Adiós.

Aurel se cabreó en su interior. Alba había sido lo más cercano a una amiga que había tenido de pequeño, ya que era ocho años mayor que él (la persona más joven de la aldea) y aún así siempre aceptaba jugar con él.

No sabía si era la facilidad que poseían los monstruos para sentir la ira o lo desagradable que era Mendacium con todos, pero Aurel estaba realmente enfadado.

Alba se situó entre sus abuelos, en frente de Aurel.  Ella le dedicó una gran sonrisa a Aurel, que emanaba rayos de amabilidad y dulzura, y él no pudo hacer más que sonreírle de vuelta y olvidarse de su mal genio.

Los abuelos de Alba, Tiziano con su pelo canoso y sus grandes ojos marrones y Emilia con el pelo atado en un cola del mismo color que su marido y su nieta, no eran de una gran estatura, al igual que ella. Los tres trabajaban en la granja familiar, a las afueras de la aldea en dirección contraria a la casa de Aurel, donde poseían vacas, ovejas, cerdos...  De allí sacaban todos los lácteos y carne (la que no era humana).

A más, Alba ayudaba en alguna ocasión a Seamstress con los peinados y demás.

- Bien, ahora que Mendacium se ha dignado a aparecer, continuemos. - Dijo Dux con tranquilidad.

Aurel la miró sorprendido. A él le caían broncas enormes por llegar tarde y Dux no tenía ningún ápice de bondad para permitirle ni un solo segundo de retraso.

Favoritismo, ¿dónde? Se cuestionó mentalmente Aurel rodando los ojos.

Y es que, ¿por qué debería ser Mendacium el favorito de Dux, cuando él los había traicionado hace años? Los había vendido como si no fueran nada, como si fueran... Humanos.

Aurel se rebatió a si mismo mentalmente. Había humanos que si merecían la pena.

- Dorados, - les llamó la atención Dux - dentro de un año, será tiempo de fecundar a un nuevo bebé dorado, ¿ya tenéis parejas para reproduciros?

La sala se quedó en completo silencio, mientras pares de ojos buscaban a otros y las palabras sobraban.

- Lamento ofender, Dux. - Comenzó Rommel al lado del joven monstruo - Pero creemos, que cinco de nosotros ya estamos demasiado viejos para hacerlo. - Se colocó bien sus gafas sobre la nariz, para después continuar hablando - Tiziano, Emilia, Santiago, Ángeles, y yo. - Nombró uno por uno, incluyendo la abuela de Aurel.

- Yo podría intentarlo, pero no sé si una de estas jovencitas querría hacerlo conmigo. - Añadió Santiago, haciendo reír a Aurel. Santiago a pesar de sus 79 años y de alguna cana que se asomaba, era un señor corpulento y con una gran energía. Sus ojos claros aún brillaban con juventud, aunque de ésta ya le quedara poca. Sus facciones duras, le hacían intimidante, pero como casi todos, al final eran un trozo de pan.

- Lo entiendo, tranquilos. - Comprendió Dux. - Yo por mi parte, ya lo tengo todo planeado con Peter. - Pobre de él. Pensó Aurel. - ¿Pero los jóvenes ya lo tienen decidido?

Siendo Un MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora