Carta 8

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Querido Adam:


Quiero que recuerdes el paseo en canoa, porque yo sí lo hago. Me habías estado insistiendo con ir nuevamente al castillo de Chenonceau, y yo no tenía ni las mínimas ganas. Pensaba que era algo inútil ir nuevamente, ya lo habíamos visitado. Pero insististe e insististe... y yo terminé aceptando.

Y cuando llegamos te quise abrazar.

—Muchas veces recorrimos el castillo —habías dicho—. ¿Por qué no hacerlo por el agua?

Alquilaste una canoa para pasear por el lago y admirar el castillo desde allí. La idea era genial, Adam, tú tenías ideas geniales. Las renovabas una y otra vez, sorprendiendo a todas las personas a tu alrededor.

Cuando te conocí no me lo esperaba así realmente. Eras un chico como todos, veías partidos y te gustaba beber lo común. Pero eras la clase de persona que te movía el mundo con unos suspiros. Y a mí no sólo me lo movías, sino que me lo sacabas y ponías otro nuevo. Me sacudías completamente, todas las veces que te veía, todas las veces que hablabas.

—Nunca me subí a un barco —sonreí yo.

—Es una canoa —corregiste y me miraste—. Si no quieres está bien —asentiste.

Entonces yo te sonreí y tomé mi chaleco, acercándome al lago. Hoy en día sigo pensando que tú tenías más miedo que yo cuando comenzamos a remar.

Pasamos debajo de las hermosas columnas del castillo de Chenonceau mientras aspirábamos ese bello aroma del agua y el invierno.

Era naturaleza y tranquilidad pura. Hablábamos, reíamos y nos silenciábamos. Esos silencios en donde te miraba mientras observabas el paisaje, en donde yo creía que eras mi paisaje. Adam, no sé si para las personas eras lindo o un dios griego. No sé si podrías trabajar de modelo o si venderías más con tu imagen. Pero para mí no eras lindo, eras hermoso. Lo vi cuando me hablaste, lo vi cuando tenías ese brillo en los ojos, lo vi cuando te fui conociendo cada vez más.

Eras una obra de arte a mis ojos, retratada por una persona desconocida que la hizo para que todos la contemplemos. Sabes que amo los cuadros, pero lo que más amo es lo que trasmiten. Y tú me transmitías tantas cosas, cosas inexplicables.

Y, después de todo, sigues siendo mi obra de arte favorita.

— ¿Qué? —preguntaste con una sonrisa al notar que te miraba.

—Me gusta tu nariz —admití mientras elevaba las comisuras de mis labios.

Alzaste ambas cejas, y nunca llegaste a saber lo que me provocó esa acción.

—Ah, ¿en serio? —reíste—. Es el cumplido más extraño que me hicieron.

—Me gusta hacerte cumplidos —me encogí de hombros.

Y te reíste. Nunca le hice muchos halagos a los chicos, ni siquiera a mis ex novios. Pero contigo... contigo era inevitable.

En ese momento yo fruncí el ceño.

— ¿Qué pasó? —preguntaste.

—Dos años —murmuré.

— ¿De qué? —entonces tú habías fruncido el ceño.

—De que somos novios, ya más de dos años.

Te quedaste pensando unos segundos y asentiste. Me hubiese encantado y encantaría que me dijeras que estabas pensando. ¿Yo te aburría? ¿Yo te molestaba? Aunque no hacía falta, yo necesitaba saberlo. Necesitaba saber si te impedía algo, si estorbaba o si estabas enojado conmigo.

Y ahora sé bien que, si me lo hubieses pedido, yo me hubiera alejado. Pero entonces murmuraste:

—Yo no lo puedo creer —me miraste a los ojos—. Te amo —dijiste de la nada.

Soy una chica que espera mucho de los demás, y es un gran error. Entonces me había decidido a no esperanzar mucho a mi alma, pero siempre tenía esa chispa por encender.

Y la encendiste en ese momento. Ya me lo habías dicho, pero a veces se necesita mirar fijamente a una persona y confesarse sin pudor. A veces es lo que mantiene el fuego encendido, a veces lo único que lo mantiene prendido es el verdadero amor. Y no se necesita más.

Adam, si tú me lastimabas yo lo haría el doble. Sabías que yo sería fuerte, de rata pasaría a león en mis malos momentos. Pero no sabías que, cuando estaba sola, podía ser realmente sensible.

Soy sensible, Adam, tan sensible que, si me tocas, me rompes. Pero, después de todo, parecía una roca que no sería menos que nadie.

Y es por eso que no lloré, simplemente te sonreí de todo corazón y te respondí de la forma más sincera en mi mundo.

Te amo,

Adeline.


Notas en Francia (Concurso UCAMA)Where stories live. Discover now