Prólogo

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Aquellas diminutas manos, tan suaves y delicadas, trataban de cubrir por completo los ojos de aquel niño, con aspecto arrogante para todos, pero no para ella. No cuando lo conocía tan bien y sabía que era noble y comprensivo, muy en el fondo.

Las manos del chiquillo acariciaron las que tontamente trataban de cubrir sus ojos, después sin moverse, trataron de seguir por los brazos delgados de su amiga, que se encontraba detrás de él.

– ¿Sabes que reconocería tus suaves dedos, y tu horrible cabello aun cuando pasarán años y años? – preguntó arrogante, haciendo que la niña hiciera una mueca de molestia –. Tu cabello es inconfundible.

Continuó, para hacer pasar sus malos cumplidos, aunque su adorada amiga era tan dramática que no lo perdonaría tan fácil.

Siguió acariciando sus rizos que para él le parecían rebeldes, tanto como la dueña.

– No seas enojona y dime algo. – protestó, tomando las manos de su pequeña dama y colocándolas en sus hombros.

– Sabes que no me gusta que te expreses así de mi cabello. – consiguió que aquellos ojos verdosos la miraran con aburrimiento.

– Seguro que algo bueno tendrá tu cabello. Después lo sabremos. – se encogió de hombros siguiendo su camino al gran salón.

Ella solo lo observó, a veces era insoportable, pero no le permitiría el gusto de caer en su juego. Pues la mayoría de las veces él prefería hacerla enojar que tratarla con cariño.

Nada comparado con lo respetuosos y ordinarios compañeros con los que su padre hacía que jugara.

Lo siguió en silencio y se sentó en una de las grandes sillas que se encontraban en el palacio, sin decir nada aún.

– ¿Es que jamás escuchas lo que trato de decir?

Aquella pregunta hizo que volteara a verlo. Se mantenía erguido con elegancia frente a un ventanal.

– Tu cabello, tus manos, la delicadeza de tu rostro son inconfundibles. Siempre sabré que eres tú – giró para mirarla a los ojos, como lo hacía un verdadero caballero, para hacer valer sus palabras –, pase el tiempo que pase, aún por culpa de la distancia. Siempre sabré que eres tú...

Contra Espada (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora