Alertada dio el centón en la cama, no es que hubiera tenido una pesadilla, para ella era algo peor.
Pues sentía que todo comenzaba a tener sentido y deseo equivocarse, porque lo que recordaba solo hacía que incrementara su desprecio por David.
Entendía por fin qué David toda su vida había sido un arrogante sin remedio, y que no le quedaba de otra más que soportarlo durante el tiempo que estuvieran juntos.
Pero eso no era su único descubrimiento, pues ahora sabía que el niño amistoso era el mismo oficial que se había encontrado por accidente en esa tonta fiesta, y por una extraña razón se alegraba de aquello.
Una vez que estuvo vestida y presentable dio una simulada mirada por la ventana, y ahí lo vio.
Pensó que era una buena oportunidad para hablar con él y ponerse al corriente de todo lo que había pasando en cada una de sus vidas, aunque en realidad ella no estaba dispuesta ha hablar sobre sí misma, sólo quería saber más de él.
Y sin pensarlo dos veces salió de su recámara y pronto se escabulló de entre los pasillos hasta llegar al jardín.
Sentía que lo que estaba haciendo era prohibido y se empeñó tanto en ser cautelosa, en mirar que nadie la viera que olvidó que lo más importante siempre era ver por dónde caminaba que volvió a tropezar con él.— Señorita Elizabet — le dedicó una mirada tierna junto con una agradable sonrisa que olvidó lo avergonzada que se encontraba.
— Solo Elizabet, Miguel — en el rostro del soldado se ensanchó una radiante sonrisa, pues se sentía en verdad feliz de que ella lo reconociera.
— Si fuéramos aún unos niños, me sentiría con la libreta de abrazarte tan fuerte que...
— Pero ya no lo son.Esa pequeña y simple frase fue suficiente para borrar las sonrisas de los jóvenes. Y sin poder evitarlo la mirada de Elizabet y David se cruzaron, los observaba a una distancia considerable, y aunque pudo haberlo visto con facilidad, pues se encontraba detrás de Miguel, se había concentrado tanto en cada gesto tranquilo que le regalaba su compañero que le fue imposible distinguirlo siquiera.
En cambio David en esos instantes solo le daba una mirada con tanta frialdad que un escalofrío atravesó su espina dorsal.— Te están esperando para el desayuno Eliza, no hagas demorar a tu anfitrión.
Por una extraña razón se vio obligada a obedecerlo y alejase de ahí en contra de su voluntad. Pero en el fondo sabía que era de mala educación hacer esperar a las personas, solo que... hubiera deseado que nadie los interrumpiera, no cuando por fin sentía que valía la pena estar en ese lugar.
Una vez que los caballeros perdieron de vista a Elizabet entablaron una fugaz conversación.— Creí dejar muy en claro que no lo quiero cerca de la dama.
— Le ruego una disculpa.Aquello fue lo más falso que Miguel pudo haber pronunciado en su corta vida, sin embargo, no le quedaba otra opción que obedecer a su rey.
— Espero que tengan buen viaje, soldado — tanto su rostro como su mirada transmitían frialdad y superioridad, algo que detestaba Miguel en particular.
Después de ese frío comentario siguió el mismo sendero que la joven había tomado, estaba seguro que podía engañar a muchos, pero jamás a sí mismo, y aunque anhelaba hacerlo no podía.
Pero cierto era que sentía tanta inseguridad solo de pensar que Elizabet prefiriera estar con Miguel que con él. A pesar de que ya habían pasando muchos años desde que algo así sucedió, la simple idea hacia qué su corazón se estrujará y no encontrará calma para su dolor.El desayuno transcurrió demasiado lento para todos los presentes. Elizabet no dejaba de sentirse incómoda por la apariencia desdeñosa que tenía David, mientras que este se encontraba sumergido en sus pensamientos y en los posibles pensamientos de la joven y Felipe y su esposa no les quedó más que acoplarse al extraño silencio incómodo que se había instalado en el comedor y fingir que no eran testigos de miradas amenazadoras que perturbaban a cualquiera.
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Contra Espada (PAUSADA)
RomanceGuerra era lo que quería, venganza igual, culpó por su desgracia al rey equivocado y pensó enfrentarse espada contra espada, pero al final terminarán luchando corazón contra corazón... * Todos los derechos reservados a Magaly Alvarez