Prólogo segundo.

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     Y, Ella.

 

Llegó el camarero, hizo un gesto noble, extendió la mano hacia mi ¿Música?, preguntó. Yo, con la mirada en frente, negué. Podría verle de reojo aún con ese porte elegante ¿Por que no se va?, pensé  Me lleve una mano a la barbilla y dirigí mis pupilas hacia el contra picado. Cerré los ojos y negué levemente. No era un camarero.

 

Llevé la mirada al frente de nuevo y me acomode en la silla. El pelo de la cara reflejaba el brillo, lo aparte. Pronto mi vista se enfoco, y pude ver la linea vertical parpadeante, y un gran vació blanco. La pantalla. No acompaño las teclas con música, dije en voz baja. Inhale hondo y toda la luz que se desprendía enfrente mio se fue por una milésima de segundo. Un sudor frió me invadió. Tragué saliva, me lleve la mano al tabique y apreté los ojos. Respire despacio, y pronto me recupere. ¿Te burlas de mi?, dije hacia la nada, di un latigazo con las manos hacia arriba y las puse sobre el teclado, que parecía que me miraba, me esperaba impaciente; chasquee una pared de mi boca con las muelas y mire la pantalla, fruncí el ceño. Sentía palmadas en el hombro al tempo de la linea. Me entro un tic en la oreja. ¡Para!, exclamé, y bajé la mirada al teclado de nuevo. No eres tú, es él, dije. Tenía los dientes apretados y los ojos entre abiertos. El teclado seguía mirándome, y la linea seguía palmandome. Oí como crujió algo detrás de mi, no me moleste en girar hasta que el viento que forzó ese crujido traía consigo un aroma a café. Mire de nuevo al teclado y sentí algo inexistente que me exploto en el pecho. Baje las manos y el teclado me sonrió  y yo a el. Los golpes a las teclas eran nítidos  suaves y sinceros. Repetí cada letra que tocaba hasta que termine, di un resoplo, y mire la pantalla con la sonrisa en los ojos.

 

Y ella. El aroma y la armonía de las letras que me harán recordarla.

/noa.

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