''Todo comienzo tiene su encanto. Excepto las clases; no han empezado y ya todos queremos que terminen''
(Por Catherine)
Al día siguiente la mañana llegó demasiado pronto para mi gusto. El sol brillaba, los pájaros cantaban, el caminar de los respectivos residentes hacía eco en mis oídos y todo parecía estar en su lugar.
A excepción de mí, que me encontraba con la espalda adolorida, oscuras bolsas debajo de cada ojo y una jaqueca terrible.
Me senté de manera perezosa en la orilla de la cama y, luego de una corta sesión de estiramiento me arrastré fuera de allí, dirigiéndome hacia la ducha a un ritmo mucho más pausado del habitual.
Todavía tenía el pelo mojado cuando alguien comenzó a llamar impertinentemente a la puerta.
Gruñí enfadada, la próxima vez colgaría un letrero que pusiera ''NO MOLESTAR'' sobre el pórtico. Entonces me hundí aún más profundo sobre el colchón, ignorando a quienquiera que estuviera al otro lado del umbral. Increíblemente, tras unos segundos, el ruido se detuvo.
—¡Maldición! —mascullé en cuanto los golpes regresaron.
Incorporándome de mala gana, salí echa una furia hacia la puerta, enrollando una toalla a mi alrededor en el camino.
—Ahg, ¿pero quién demonios...? —comencé yo al abrir, deteniéndome a mitad de la oración. Y es que al otro lado del umbral aguardaba mi hermana Evelyn, cuya irritante sonrisa desapareció en cuanto me vio.
—¿Te has vuelto a pelear con el cepillo? —preguntó burlándose de la vez en la que hice que un peine cobrara vida y terminara arrancándome una buena parte de mi cabello—. El rector me ha pedido que te entregue esto —dijo al tiempo en que me extendía una gran faja de libros. Yo observé la portada del primero «La guía de los mil y un hechizos». Pff. Muy original—. ¡Ah! Y también esto —me entregó entonces una hoja escrita a mano.
Fruncí el ceño.
—¿Qué es? ¿Una carta de amor? —pregunté con ironía.
La rubia arqueó una ceja ante aquel último comentario antes de soltar una carcajada.
—Claro que no, tonta: es tu horario de clases. No creo que puedas llegar a algún sitio sin él —habló como si fuera la cosa más obvio del mundo.
En eso una voz femenina, mecánica y de gran intensidad se coló a través del pasillo. Sonaba desde la lejanía, pero igual podía escucharla con total claridad.
Atención alumnos, atención. La primera hora de descanso ha finalizado; se les agradece que acudan a clases. Gracias.
Abrí los ojos como platos mientras la completa realización me abofeteaba en la cara.
—Será mejor que pongas tu bonito trasero en marcha, bella durmiente —alcancé a escuchar cómo se regodeaba Evelyn al alejarse por el pasillo, eso antes de que yo cerrara corriendo la puerta.
Mierda. Mierda. Mierda. ¡Las clases, me he quedado dormida!
La ropa voló por los aires mientras yo saqueaba mi equipaje en busca de algo decente. No tenía tiempo para idear meticulosamente el atuendo que usaría, así que tan sólo tomé un par de vaqueros algo desgastados, saltando por todas partes hasta lograr ponérmelos. Luego de tirar la toalla a un lado para colocarme un brasier, me decidí por unos tenis y una camisa abotonable a cuadros. Entonces me puse una ceñida chaqueta de cuero negra y salí corriendo por el pasillo del vestíbulo, eso para al instante darme media vuelta y regresar a mi habitación.
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Crónicas de una bruja poco convencional
FantasíaSon muchas las leyendas que se cuentan sobre las brujas: verrugas horribles, escobas voladoras, gatos negros que las rondan, y hasta oscuros pactos con el diablo. Sin embargo, las verdaderas brujas no tienen la piel verde o la nariz encorvada; ellas...