07; san valentín.

1.3K 173 2
                                    


14/02/16


Querida Diana,


Tras pasearme en miles de bares buscando tú imagen,  llegué ebrio a casa. Y, lo irónico fue que te encontré ahí, leyendo con tranquilidad. Sonreí con torpeza; el alcohol me dio valor, pero no sólo el alcohol de hoy, sino el de los últimos dos meses. El que habías dejado que me asesinara.

— ¿Por qué no estás con Puckerman? —Mi voz sonó arrastrada cuando entré a la sala. Elevaste la mirada del libro,  confundida.

—Porque hoy no me tuve terapia —respondiste, con una sonrisa afable. Un mes atrás, me hubiera echado a tus brazos, pero hoy te odiaba con toda mi alma—. ¿Bebiste de nuevo? 

—Eso a ti no te importa —repliqué.

— ¿Por qué dices eso? —Te levantaste, y me plantaste cara. Yo sonreí, de lado, con desfachatez. 

Estoy hecho pedazos, mi estrellita.

— ¿Para qué hacernos estúpidos? —me tambalee; el odio me desequilibraba—. ¡A ti te importa un bledo lo que haga con mi vida! Y me atrevería a afirmar que sólo lo de ese tal psicólogo te importa ahora. ¿O no?

Abriste la boca, y la cerraste de inmediato. Un movimiento, y mil milisegundos que hicieron bombear dolor en vez de sangre en el lado izquierdo de mi pecho.

—No sé de que hablas.

Me reí como loco. Claro que lo sabías, cariño.

— ¿De verdad? —mis ojos se crisparon en lágrimas, y me odié en ese momento con fiereza.

—Sí, ¿Por qué no me dices? —Tus brazos se cruzaron en tu pecho y me viste desafiante. 

Mi alma gritó con fuerza, pero de mi boca apenas salió un susurro:

—Me has estado mintiendo —una lágrima corrió por mi mejilla, había llorado tanto que no me imaginaba más que sangre correr por mi rostro—. Y lo sabes —remarqué, dando media vuelta y dejandote plantada en la sala. 

Estoy escondido en el armario. Como cuando era niño y no podía huir de los monstruos.

¿Qué ironía, no? 

Tú me rescataste de mis demonios,

y hoy me vienes a hundir de nuevo en ellos.


Peter.






Promesas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora