Carta 6.

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Sí, pasaron ya seis meses desde que te escribí la última carta y juré que no lo volvería a hacer

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Sí, pasaron ya seis meses desde que te escribí la última carta y juré que no lo volvería a hacer... ya ves, volví a caer.

Mi corazón se ha secado con el último otoño, mis lágrimas se acabaron en alguna esquina de la habitación, cambié las cerraduras a base de golpes con martillos; en pocas palabras, me hice más como tú: fría y con esas sonrisas torcidas que, aunque me cueste aceptar, en ti eran sexys.

¿Para qué te escribo? Puede que sea la pregunta principal (si es que esto lo llegas a leer o siquiera has leído alguna otra de mis cartas) Pues bien, el motivo principal es para decirte que voy saliendo, que duele y cuesta trabajo, que maldigo cada dos horas algún recuerdo (después de sonreír y darme cuenta que es una reverenda estupidez) sigo adelante, pero por cada paso doy dos en retroceso y no me gusta, para nada.

Sigo preguntándome de qué manera me haces más daño: estando cerca y dándome veneno en dosis pequeñas, pero igual de mortales o lejos y sabiendo que estoy tan atrapada en tu telaraña que en algún momento moriré cual polilla tras acercarse a una luz tan brillante que solo se trataba de un foco incandescente. No sé, aunque si de algo he de morir ¿Acaso hay mejor manera que decir «Morí de amor: entregando todo de mí sin esperar nada a cambio, pese que eso significara quedarme sin corazón»? quizá sea un buen epitafio para cuando muera.

Estoy aprendido a odiar al tiempo que amo, porque sí Valerie, te amo y te amaré hasta que mi ser mismo ya no pueda consigo, hasta que las estrellas se apaguen en mis ojos y cuando el canto de los pájaros ya no entre en mis oídos. Será en ese momento cuando yo pueda dejar de pensar en ti.

¿Difícil? Sí, la vida por sí misma lo es. Ya nada es lo mismo, el café se enfrió hace mucho, el chocolate caliente dejó de darle calor al corazón que latía por ti, las canciones de amor taladraron en mi alma tantas veces haciéndome gritar de dolor tu nombre y esperando que la agonía terminara pronto, pero nunca cedió; mi vida se truncó en ese día que te miré recostada en la arena, en tus ojos color café recién tostado, mi vida quedó atrapada en la comisura de tus labios tras decir mi nombre.

Alguna vez alguien me dijo que el amor se trata de sufrir, ser feliz y volver a sufrir siendo una cadena viciosa que ata a cualquiera, que todos elegimos y ninguno somos capaces de decir ¡BASTA! Porque simplemente nos acostumbramos a que el corazón duela de felicidad y por tristeza, nos acostumbramos a las pequeñas dosis de todo lo maravilloso y ácido de la vida. Tú y yo nos hicimos adictas a las sonrisas, las cosquillas, las guerras, las carcajadas, las caricias, las miradas y todo ese arte que juntas éramos capaces de crear sin importarnos nada ni nadie.

Sí Valerie, por más que quiera decir que te he olvidado cualquiera podría darse cuenta que no es verdad, hasta yo cuando me veo al espejo y trato de decirme que todo saldrá bien, ni a él puedo engañarlo más de lo que trato de hacerlo conmigo misma, porque en realidad solo te sigo esperando.

P.D. Han sido meses largos y me preparo para el invierno inminente que se acerca.

Andreina.

Las alas que cupido perdió© | Concurso #UCAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora