Carta 2.

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Val, mi Val

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Val, mi Val.


Hay algo en el ambiente que no me permite estar tranquila, pero veo a la repisa de noche y entonces me encuentro con lo que me da paz, con nuestra foto en la feria del pueblo, esa foto donde nos vemos tan bien juntas y en la que la química era más que evidente.

Estoy pensando en viajar, en ir a alguno de esos lugares que tantas veces me contaste habías conocido y es que, siendo tú una chica de negocios, es más que evidente has conocido muchos lugares alrededor del mundo. Al final, fue gracias a ello que llegaste a la playa, la misma donde he vivido los más maravillosos veintisiete años de mi vida.

Sabes, en ocasiones espero que entres por esa puerta de madera y tu amplia sonrisa me haga saber que vienes para quedarte, que nada te importa y no volverás a irte. Solo quisiera volver a despertar y tenerte abrazada a mí.

Por las noches me arrullo con las agujas del reloj sonando, creo que es el sonido que ahora embriaga el espacio, ese mismo que alguna vez fue ocupado por tu voz platicando toda la noche sobre cosas tan tontas, pero que al final nos hacían darnos cuenta cuanto tiempo tuvimos que esperar para encontrarnos. Tengo ganas de volver a verte dormir, de entrar a la habitación y poder mirarte por largo rato cada gesto, cada parte de tu rostro y hasta la comisura de tus labios que poco a poco se distorsiona por algún buen sueño.

Creo que al final debo conformarme con los recuerdos, las risas, las pláticas y las imágenes que tengo de ti; con los sueños que siguen hablándome de la mujer que más amo en el mundo, de nosotras, de lo que siempre fuimos y tardamos en saber.

Sigo preparando huevos revueltos, tocino y algunos panqueques con mucha miel como a ti te gustaba, como los que cada viernes desayunábamos en la cama. Tengo aún los cd's con música y algunas películas que dejamos pendientes en ver; las entradas al parque de diversiones, ese al que iríamos dentro de unos días. Tengo guardado en el cajón la pequeña piedra rosada que pensaba darte en una cena, en el lugar más especial que pudieras imaginar y donde juraría ante todos que te amaría para toda la vida.

He sacado mis propias conjeturas y llego a la conclusión que el miedo te pudo, que no estabas tan preparada para algo más que una relación tan clandestina como la que llevábamos; al final explotó la bomba que tanto temía puesto que ello significaría bastante dolor. Pensé que podríamos contra todo, pero no pudimos contra nosotras mismas y la gente que vería mal una relación de pareja, que nadie aceptaría a dos mujeres que debían esperar estar a solas en su casa para demostrarse con caricias y palabras que el amor real existe. Las amigas no se besan, no duermen abrazadas y jamás se dirían «Te amos» tan sinceros, más que cualquier otro que pudiésemos presenciar.

Necesito tus abrazos, tus besos, tus miradas, los «Te quiero» al oído... TE NECESITO A TI, VALERIE, TE NECESITO COMO NUNCA EN MI VIDA HE NECESITADO A ALGUIEN.

¿Dónde estás?


P.D. Te extraño, mi amor. El trece de marzo se acerca poco a poco y no sé nada de ti, espero no olvides la fecha.

Con amor, Andy.

Las alas que cupido perdió© | Concurso #UCAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora