Pasaron varias lunas, demasiadas estrellas y constelaciones; las noches no son lo mismo desde que sus cuerpos no duermen bajo el mismo lecho.
El café se enfría poco a poco, las flores se marchitan y se ha cansado de deshojar margaritas pensando si a...
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Querida Valerie.
El Doctor me ha dicho que debo dejar de atormentarme, que deje de retroceder una y otra vez el tiempo en búsqueda de respuestas que quizás nunca tendrán explicación. No sé si es Doctor o psicólogo, pero me recetó un poco de olvido, unas gotas de distracción y las pastillas que sacan espinas del corazón; si no sigo sus indicaciones, no dudará en recetarme también unas inyecciones de algo llamado VOLUNTAD PROPIA. Y creo que lo necesito.
Me ha pedido esclarecidamente deje de enviarte éste tipo de cartas que no le va nada bien al corazón frágil que tengo, menos a la enfermedad que vencí hace años y mucho menos le va bien a la amenaza de regreso que tengo. Hay cosas que quisiera regresaran, por ejemplo: Tú.
Siempre he sido la niña que no obedece, he ahí la razón a que recibas una nueva carta de mi parte aún después de lo expuesto anteriormente. No puedo dejar de hacerlo esperando que en algún momento algo dentro de ti se conmueva y decidas solo explicar qué ocurrió.
Te pediría devolverme los sueños que modifiqué cuando entraste en mi vida, mis sentimientos que te entregué día a día, el tiempo que ha dejado de transcurrir, los atardeceres que se quedaron en mi mente como los mejores, las canciones que dedicaste una y otra vez, los regalos que se quedaron en la casa, los viajes juntas y todo aquello que me está matando poco a poco.
La vida me está haciendo aprender a vivir sin ti, no de la manera que desearía ni menos dolorosa, pero es lo que hay y así es mejor, entendiendo que no volverás pese los miles de promesas que dejamos sin cumplir, pese los planes que marcamos en un calendario.
Si esto ha de acabar, créeme querida, poco a poco haces que me sea menos difícil llegar a una aceptación y claudicar a esperar vuelvas y me digas que sigues amando al desastre de mujer que soy, al cúmulo de sentimientos revueltos llamado Andreina...
