Capítulo II - Bienvenido al Mundo de las pesadillas

902 37 11
                                    

No podría haberme imaginado para nada lo que impacientemente me esperaba detrás de aquella gran puerta. Pestañeé un par de veces intentando ver con más claridad el paisaje que estaba delante de mí. ¡Había dado con el exterior! O no... Había un cielo oscuro y sin luna y el suelo era un camino de piedras púrpuras esparcidas por todas partes; árboles secos y sin hojas, como si me encontrase en alguna especie de bosque lúgubre. Pero no, aquel lugar no era el exterior, ¡había un techo y paredes pintadas de manera que parecía una celda, como si imitasen unos barrotes! Pero sin duda, no me di cuenta de ello hasta que no me fijé en que a lo lejos había otra puerta más pequeña y que aquello se trataba de una habitación. Había tumbas con crucifijos de madera y los árboles parecían tan reales, así como los sonidos de los cuervos en la lejanía. Todo era tan extraño e increíble, pero no le di importancia, ya que nada era real. Solo debía centrarme en encontrar una salida.

Creí ver una estatua en medio de la habitación. Me acerqué para verla mejor y me di cuenta de que era una especie de conejo con cuerpo de humano. El sujeto en sí era tan singular como aquel individuo de antes y me llamó mucho la atención. Tenía orejas blancas y cola de conejo, pero el resto del cuerpo parecía tratarse del de un humano bien vestido con una especie de chaleco negro de puntas que dejaba mostrar una camisa blanca de manga larga por debajo. Los pantalones también eran negros y le llegaban por las rodillas, lo que dejaba a la vista sus medias rojo oscuro y zapatos negros. Era gracioso ver aquel traje que llevaba, con su pañuelo bien puesto alrededor del cuello y un gran reloj de bolsillo que colgaba en su pecho. Su tez era completamente blanca y tenía un cabello azabache muy singular, que terminaba en unas ramas como las de los siniestros y secos árboles del lugar. Una de sus orejas estaba agujereada, como si se la hubiesen mordido. Parecía tan real... Pero no se movía. Hasta que de repente dio un suspiró y se dispuso a abrir los ojos.

«"¡¿Pero qué?!" pensé mientras retrocedía dos pasos.» ¡No era una estatua! ¡Se estaba moviendo!

El individuo abrió sus espeluznantes ojos, que tenían la esclerótica negra y el iris rojo. Sin embargo, su semblante era tranquilo, apacible..., y eso me alivió un poco.

-¡Oh! -se sorprendió, aunque sin dejar de mostrar mansedumbre-. ¡Otro visitante más! Contigo ya son seis -su voz era frágil y tenue. Intenté mostrar frialdad para que no se me notara que estaba alucinando con las cosas tan increíbles que sucedían en aquel sitio.

-H-hola... Esto... ¿Quieres decir que hay más personas a parte de mí en este sueño?

-¿Hmm? ¿Sueño? Eso no tiene ningún sentido... -se quedó pensativo un instante y continuó-. Oh, no importa. Buenas tardes, Alicia, y bienvenido seas. Yo soy el Conejo Blanco, el guía de estos Mundos.

-¿M-mundos? -pregunté sorprendido.

-Sí, este lugar es inmensamente grande, así que cuando necesites algo, reúnete conmigo en este punto de encuentro.

-¿Qué? ¿Eres un guía sin hacer de guía? Bueno, mira, yo no soy ningún visitante. Solo estoy intentando encontrar el modo de volver a mi habitación, el lugar del que procedo.

-Vaya... Desafortunadamente, no puedo moverme de aquí. Mis piernas están clavadas a este suelo. Es doloroso, realmente lo es -dejó soltar un largo suspiro-. Eso sin mencionar el grave asunto de la desaparición de las llaves que abren las puertas de los Mundos.

-¿Llaves?

-Sí... Cuatro de las cinco llaves que abren las puertas han desaparecido. Tengo una vaga idea sobre quién las ha robado; sin embargo, no puedo ir a buscarlas yo mismo. Como dije antes, no soy capaz de moverme ni un centímetro. Así que, Alicia, si tú me ayudaras a encontrarlas todas por mí, gustosamente te ofrecería mi ayuda para salir de este lugar. ¿Aceptarías este encargo, por favor?

Las pesadillas de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora