Capítulo VIII - Hasta el mismo fin del sueño

413 19 3
                                    

La «sala de los archivos». Allí me encontraba. Lo ponía en un cartel al entrar. Era una habitación pequeña con estanterías. Al fondo había una puerta turquesa y a su lado un agujero negro que se abría en la pared. Examiné los estantes con detenimiento y, como me temía, la mayoría eran libros que estudiaban las enfermedades de la mente, en especial la amnesia. Fiona ya me lo había intentado decir cuando se me echó a llorar, pero simplemente no era posible. O al menos, no quería creerlo. «El Profesor no haría algo así» me decía a mí mismo desde entonces. «Él es bueno y todo lo contrario al monstruo que ella describió. Debe de tratarse de otra persona.» Sin embargo, la relación entre ella y el chico, David, el quinto Mundo, el Gran Sueño... Las respuestas estaban delante de mí, pero no quería pensar en ello hasta que no lo hubiese visto con mis propios ojos, al igual que ella me dijo. No iba a dar nada por hecho tan rápidamente. En una de las estanterías había un libro diferente a los demás, un cuaderno de anotaciones, o algún tipo de diario. No ponía el nombre de nadie. Cuanto más leía, menos podía creer que fuese él quien se encontraba detrás de todo:

« - He comprado una casa. Bueno, creo que anteriormente era un centro de la tercera edad. Es más grande de lo que creía, ya me veo perdiéndome con facilidad solo para encontrar el baño. Estoy en deuda con Cliff otra vez, más tarde debería llamarle para agradecérselo de nuevo. Debo empezar ya a limpiar y a ordenar todo para que quede listo lo antes posible.

- Primer paciente: hoy acaba de llegar la primera niña, tiene doce años. Hace un par de días fue encontrada cerca de la casa que se incendió en aquel bosque, y parece ser la hija de la pareja que vivía en ella. Nadie quiso hacerse cargo, así que me llamaron a mí. La niña insiste en que hay alguien más aparte de ella, su hermano "Rick", o algo así. Es como si tuviese doble personalidad. Es por eso que la he preparado dos camas y le doy el doble de todo. Ahora ella está bajo mi cuidado.

Al principio no estaba muy seguro de lo que debía hacer, pero de cualquier forma, parece funcionar por ahora. Al menos ya no tiene ataques de ansiedad y se ha estabilizado. Al mismo tiempo, puedo seguir con mi investigación; su caso es muy extraño.

No hay más síntomas hasta el momento.

- Segundo paciente: hoy he instalado a la segunda niña, tiene doce años. Hace tres días recibí una carta en la que me explicaban todos los detalles. De algún modo he conseguido que corra la voz entre los pueblos más pequeños de esta región y de algunas otras cercanas sobre el centro que dirijo. Prefiero decirles a los niños que es un orfanato como otro cualquiera para que no piensen que tienen ningún tipo de problema. Este caso también es complicado. Según me contaron, la niña ha perdido la alegría por completo. Siempre está triste y cabizbaja y no ha dicho una sola palabra en semanas. Tal vez es debido a lo que ha tenido que pasar; todavía no he conseguido que hable conmigo.

Poco a poco, parece que ya se ha acostumbrado y habla algo con su compañera, que es, en cambio, mucho más abierta. Puede que el proceso sea lento, pero intentaré que con el tiempo me dirija la palabra.

No hay más síntomas hasta el momento.

- Tercer paciente: hoy he instalado a un niño, el tercer paciente, con trece años de edad. Me sorprendió que acudiesen a mí los de una familia tan distinguida como la suya, pero teniendo en cuenta el asunto de su madre y que parecen no importarles lo que le pase, decidí traérmelo.

Él es un caso..., especial. Habla sin parar y en muchas ocasiones dice cosas que carecen de sentido. Los primeros días parecía estar un poco incómodo por el hecho de ser el único chico, aunque no ha resultado ser un problema. Hace un par de días les vi a los tres juntos jugando en el jardín. Parece que ya se llevan cada vez mejor. A día de hoy, él sigue trayendo ranas que encuentra y poniéndolas en mi cabeza. Es un poco, bastante, travieso. Pero ha traído una alegría al lugar que es de agradecer.

Las pesadillas de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora