Capítulo VII - La rana, la hormiga, el gato y el conejo

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El interior del armario estaba muy oscuro y mi cabeza comenzó a dar vueltas y más vueltas. Casi sin darme cuenta, me desvanecí y desperté, no estoy seguro de cuánto tiempo después, en una cama. «¿Cómo será el quinto Mundo?» no paraba de preguntarme. Entreabrí un poco los ojos, sin saber dónde estaba hasta que una sensación familiar me sobrecogió.

—Qué cálida es esta cama... —me dije—. Es casi como si ya hubiese estado antes aquí.

Y entonces caí en la cuenta de donde estaba. Sí... Era mi..., ¿habitación? Me incorporé rápidamente para confirmarlo. ¡Me encontraba en mi habitación del orfanato, no había duda! Por unos segundos me sentí como si acabase de quitarme un peso de encima. ¡Por fin había vuelto! Pero aquella tranquilidad no iba a durar mucho.

—¿Qué diantres ocurre? —me pregunté extrañado—. ¿Este es el quinto Mundo? ¿O es que acaso ya me he despertado? —recapacité un momento—. No... Este no es el mundo real... Sigo estando dentro del Sueño —susurré cuando me di cuenta de que aún llevaba la fría llave negra en mi bolsillo. Me levanté y observé si algo era diferente pero todo parecía idéntico a la última vez que lo vi. Abrí mi armario y encontré toda mi ropa colgada. ¿El portal había desaparecido? Me rasqué la cabeza, desconcertado. Entonces recordé mi misión.

—Si yo estoy aquí..., ¿qué ha pasado con los demás? —me pregunté finalmente. Con rapidez me dirigía a la puerta cuando me fijé en algo que había cambiado. Mi cuaderno, aquel que me dio el Profesor para que escribiese en él, estaba encima del escritorio. No lo había dejado ahí la última vez. Casi parecía como si me estuviese llamando. Me acerqué a él y leí aquel nombre en letras doradas sobre la portada una y otra vez: Allen. Lo abrí y observé que el dibujo infantil seguía dentro. Bueno, al menos eso me daba un respiro; no me hubiese gustado perderlo, aunque solo fuese un dibujo. Entonces, me di cuenta de que había algo escrito en la primera página del diario:

«Dios creó el mundo en seis días. Los humanos "lo" olvidaron y el mundo se quedó sin orden. Entonces DIOS creó el Mundo en doscientos millones de días.»

—Mi cuaderno... —susurré—. Qué extraño... Yo no he escrito nada en él todavía... ¿Quién lo habrá hecho?

Aún me encontraba en el Gran Sueño, así que me tomé aquello como una forma de ponerme a prueba, intentando despistarme, por eso no le di importancia al asunto del cuaderno.

Salí apresuradamente de la habitación pensando únicamente en qué les habría pasado a los demás y cómo iba a atravesar el quinto Mundo. Todo estaba exactamente igual, parecía mentira que todo aquello siguiese formando parte del Sueño. Las habitaciones de mis compañeros estaban ahí, como siempre; nada había cambiado de lugar. Decidí entrar aprisa en ellas, siendo la primera la más cercana a la mía, la de Letty y Rick. Y mi sorpresa no pudo ser mayor cuando la vi a ella, como si nada hubiese pasado, en la misma posición en la que la encontré cuando nos conocimos.

—¡L-letty! —exclamé sorprendido.

—¡Allen! —sonrió y corrió hacia mí entusiasmada—. ¿Qué tal? ¿Quieres que juguemos otra vez? Sé que ya hemos jugado antes, pero aun así... ¡Aún no hemos jugado al «tú la llevas»! —rio—. Oh, pero el Profesor se enfadará... Hmm..., espera —recapacitó—. No, espera, estoy pensando...

—P-pero, Letty... ¿Estás bien? Creía que... —intenté decir sin poder con mi asombro—. Creía que estabas...

—¿Que estaba qué? —preguntó con incertidumbre. ¿Acaso no recordaba nada de lo sucedido en su Mundo?

—Olvídalo... ¿Dónde está Rick?

—¿Rick? Oh... Se ha dormido, el muy vago... —suspiró—. Si no fuera porque ya casi nunca pasa tiempo conmigo, jugaríamos más...

Las pesadillas de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora