Arrastrándome por el suelo, salí del contenedor de basura para poder percatarme que un par de caminantes se encontraban ahí, soltando un suspiro enorme proseguí a enterar mi cuchillo en el primero que se acerco a mi, para después ir así por el segundo. Cansado y fatigado note como algo grito, aunque no puede entenderle muy bien, alce mi mirada para poder notar que una botella caía a mis pies.
—¡Idiota!—exclaman.
Alzando mi vista note como una adolescente con cara de fastidio me observaba desde arriba, agudizando mi vista note que se trataba de esa cabellera castaña.
—¿Enid?—cuestione.
Sin embargo, la adolescente comenzó a caminar como si no la hubiera llamado, con rapidez tome la botella de agua entre mis manos para beber lo que quedaba y entrando por una de las ventanas del edificio, note que este se encontraba en total silencio, sin embargo, sabia que no pudo a ver salido tan rápido del lugar sin que me hubiera dado cuenta.
—Hay una botella en la esquina del lugar tómala y vete—su voz resonó en hueco y buscando aquella botella en el momento en que la encontré la tome con prisa.
—¿Que fue aquella bocina?—cuestione limpiando mi rostro con un poco de agua mi rostro.
—Unas personas atacaron el lugar, mataron a muchas personas. ¿sabes? fue una total masacre, pero si preguntas por tu esposa, ella estaba bien, bueno, por lo menos cuando me fui estaba bien. El cazador la encerró en su casa, es un gran hombre.
Guiándome por su voz camine por el lugar viendo como trataba de abrir una puerta, la cual estaba trabada desde afuera. Acercándome a ella, la tome de los hombros provocando que diera un pequeño salto, esta inmediatamente se quedo rígida
—Te necesito para llegar a Alexandria, por favor Enid, se que no hemos cruzado las palabras suficientes pero ahora mismo necesito de la ayuda de alguien; mi bebe este ahí y necesito llegar, no lo lograre solo.—rogué al borde del llanto.
La castaña un poco dudosa asiente.
(...)
Tomando un par de globos en el camino —por opinión de Enid—llegamos a los muros de Alexandria donde ahora estos eran azotados por los caminantes, con una sonrisa de mi nueva amiga ambos soltamos los globos que estos comenzaron a subir lentamente. sin embargo, el estruendo de algo nos hace alzar la mirada.
La torre se había derrumbado.
Trepando junto con ella aun árbol, observe las calles de Alexandria donde ahora estas le pertenecían a los caminantes, —¿Alguna otra idea, chino —cuestiona entre tartamudeos la castaña.—No quiero morir hoy.
—Tengo una idea, pero es demasiado loca.
—¿Que necesitas?
—Suerte o quizá una oportunidad—conteste.
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No quería pintar a Enid tan fastidiosa como ese capitulo. jajaja.
