Un día lluvioso siempre hacía que me entrarán ganas de leer algo, y ya que todos los libros que tengo en casa los he terminado, ¿qué mejor lugar para encontrar un libro que en la vieja biblioteca de la ciudad?
Ni siquiera sabía que buscaba, pero seguro me pondría a leer el primer libro que me llamase la atención.
En lo personal adoraba esta biblioteca, los pasillos eran anchos y largos, divididos por estantes que llegaban hasta el techo y todos estaban repletos de libros. Entre algunos pasillos había sillas y mesas; y en algunas partes de la gran biblioteca había sofás, un lugar para usar internet y también una cafetería. Amaba todo.
Al final me decidí por un libro de historia griega, no estaba mal aprender un poco más de lo que te enseña la escuela de vez en cuando. Iba hacia los sofás más cercanos cuando en ese mismo pasillo me encontré a la chica violeta que me dejó sola en la cafetería la otra vez, sentada en el suelo concentrada en su libro.
Sonreí y me acerqué a ella.
— ¿Sabes? No me gustaría pensar que me acosas —bromee al estar parada junto a ella. Ella dio un pequeño brinco del susto. — Perdona, no quería asustarte —reí. Ella desvío su mirada del libro y volteo a verme.
— Eres tú quien me acosa —dijo con esa pequeña y linda voz que tenía.
Le sonreí — no, nena. No acoso a chicas que me dejan solas en cafeterías después de hacer un lindo gesto al comprarles algo.
— Lo siento por eso —se mordió el labio— tenía prisa.
— Entonces podría volver a invitarte algo... un café —me encogí de hombros— cuando "no tengas prisa" claro —le sonríe.
— Umm, lo aprecio pero de verdad no estoy muy de ánimos para tomar un café o algo así ¿sabes? —volvió a morder su labio y después miró al suelo.
¿Por qué no tienes ánimos, chica violeta?
Busque en mi pequeña mochila una pluma que traía por si me apetecía escribir o algo y al encontrarla sonreí. — ¿me prestas tu brazo? —ella frunció el ceño pero igual lo extendió hacia mi.
Comencé a escribir en su brazo mi número— por si alguna vez quieres hablar con alguien, chica violeta —le sonreí.
Ella se quedó un momento en silencio, mirando lo que había escrito.
— Louise —ella susurró.
— ¿Perdona?
— Me llamo Louise —me miró a los ojos, y fue allí cuando me di cuenta que no tenía ni ojos marrones, ni azules o verdes, ni de ningún color precisamente. Sino que todos los colores anteriores se mezclaban para hacer ver sus ojos tan únicos y hermosos.
Oh Louise, serás mía.
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Colors ✿lesbian [book 2]
Short StoryLa forma en la que Louise se sintió después de perder a su fantasma. Colors; Badlands; HALSEY ( 28/01/2017 ) #217 in Short Story. ( 30/01/2017 ) #110 in Short Story. ( 07/06/2017 ) #763 in Short Story. ( 15/06/2017 ) #376 in Short Story. ( 05/08/201...