CAPÍTULO DOS. PARTE TRES

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Estaba dispuesta a cerrarle la puerta en las narices, aunque Brittany fue su salvación. Y, aunque quería detener muchas veces a esos pensamientos intrusos y horribles que se me cruzaban, muchas veces no pude. La maldije en silencio, cuando pasaba delante de mí y lo volví a hacer, cuando Greg la siguió atrás, haciendo el amago de abrazarme, pero con discreción, retrocedí varios pasos pequeños.

—Kitty, tu pequeño vecino es un demonio —exclama ella, asomándose al hall con un vaso a medio tomar de agua mineral.

Mis oídos sufrieron un dolor intenso, al oír de nuevo ese diminutivo estúpido, que nunca dejaba de usarlo conmigo. A veces sospechaba que lo usaba con dobles intenciones, anticipando la forma en que me ponía oírlo siquiera salir de la boca de alguien.

—Es un pobre niño —musita Gregory, bastante tranquilo de lo que él acostumbraba siempre a dirigirse a las personas que le parecían petulantes o inferiores a él.

—Pero es un mocoso malcriado —apuntó mi amiga, sin poder dejar ir un accidente doméstico.

—Ya, déjalo.

Gregory clavo sus ojos verdes opacos sobre mí, con curiosidad. Pasé en medio de los dos, y fui directo a la cocina, donde pretendía prepararme algún bocado rápido antes de irme a la cama. Pronto llegaría Brad, y no soportaría para nada de este mundo, que todos ignorasen lo que nos rodeaba, la realidad de la que éramos testigos, y no queríamos terminar de aceptar.

Sentí el tacto frío y áspero de la mano de Gregory al atrapar mi mano, antes de que me alejaráa todo lo que podía, y planificaba alejarme.

— ¿De qué me perdí? —interrumpió ella.

—Ahora no, no te metas —zanja con poco tacto a la chica—. Escúchame bien, porque no pienso repetírtelo.

Siempre me decía eso último, era la frase con la que iniciaba sus largos discursos para que lo perdonara; aunque esta vez, tenía el presentimiento de que no sería tal y como las veces anteriores, muchas cosas habían pasado conmigo, cosas de las que la poca gente que formaba parte de mi vida, eran ajenas, y jamás habrían podido comprender, si tan solo me tomaba la molestia de intentar explicárselos.

—Bien sabes, que te llame cada día y no es mi intención dejarte aquí sola durante un mes entero —dijo él—. Pero no estás sola, tienes a tu padre, a tus amigos.

—Me tienes a mí —murmuro Britt, metiéndose en una conversación que habría preferido tener a solas con él, y no frente a ella, porque había cosas que prefería que se mantuviesen en privado.

Cuando la tenía a Brittany con sus narices metidas en conversaciones familiares, me condicionaba a poder expresar todo lo que quería decir, me hacía sentir incomoda verla parada cerca de mí y Gregory, como ahora, y a veces metiéndose en las discusiones que tenía con mi papa; porque, si bien debía creer que era como alguien más de esta familia, en mi cabeza la veía como una amiga, pero no como parte de la familia. Y a la vez, me retorcía ese recuerdo roto, que tenía de Ashley, caminando con naturalidad por mi casa, hablando y opinando con sus excéntricos y sabios comentarios, cuando sabía que podía hacerlo, cuando no iba a incomodar a nadie.

—No es lo mismo cuando te vas —dije, ignorando a mi amiga.

Y no le explique la razón de a que venía ello, y me lamente al instante de no hacerlo; porque era el momento, para expedir justamente cada recelo y cosa, que mantenía almacenada para mi sola, que a larga empezaban a consumirme sin ser consciente de que, en realidad, estaba atribuido a tantas cosas acumuladas. No entendí porque mi cabeza estaba puesta en aquella noche, esa fatídica noche en que discutí con mi padre, y por primera vez, me reconocía a mí misma, que estaba agotada de seguir luchando con cada problema que perseguía de cerca.

Amor Poder Y Obsesión: Nivel IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora